III

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Narra Natalia:

Hoy, ha sido como un día mas, un día normal, un día cualquiera. Era viernes, tres semanas después del inicio de clases. Hoy habíamos quedado mi novio y yo para irnos de cañas, pues la verdad era un buen plan. Para qué negarlo. Pero para eso aún quedaban casi 10 horas.

Ahora mismo un señor, el cual no recuerdo su nombre, nos hablaba de cómo transmitir lo que sentimos al papel. Como guiarnos por los sentimientos y por los impulsos. Madre mía. Dos semanas que hablaba de lo mismo. A ver era interesante, pero no lo habíamos puesto en práctica aún, eso era lo malo. Hoy, nos dijo lo mismo, que hace dos clases. En cuanto me di cuenta, desconecte, ya recordaba lo que dijo, y tampoco quería aburrirme de su clase. Así que me puse a dibujar en mi cuaderno hasta el final de la clase.

Pasaron las cuatro primeras horas normal. Sin nada fuera de lo común. Sin nada que recalcar. Pero cuando las tres, María, Marta y yo, bajamos. Había un grupito acumulado en una taquilla. Nosotras pasamos del tema, a pesar de la intriga, no nos incumbía. Dejamos nuestras cosas en la taquilla. Cogí mi camiseta vieja y larga, lleno de pinturas. Cogí el cuaderno con todos mis bocetos, dos lápices y un boli. Me giré y me acerqué a Marta, quien estaba teniendo problemas con guardar sus cosas.

- ¿Hija pero tú qué tienes ahí? -coge sus cuadernos para que pie diera guardar sus cosas.

- Nose, pero cada día esto está peor -lo medio ordenó y cogió sus cuadernos.-, ni que tuviera tanta mierda macho. -le costó cerrar la taquilla pero al final lo logró.

Ambas reímos un poco y María se acercó a nosotras. Fuimos a la sala de las máquinas expendedoras. Yo, compré una barrita de chocolate. María unas tortitas y Marta una bolsa de patatas. Teníamos de 5 a 7 minutos entre ella anterior clase y la siguiente, así que nos teníamos que dar algo de prisa.

Escuchamos unas risas de bastante gente, lo que nos llamó la atención. Yo asomé la cabeza. Estaban en la taquilla de Alba. Me extrañé, por lo que decidí acercarme. En su taquilla estaba puesto con pintalabios "P*ta" y al lado un biberón colgando. El que o la que hizo eso tenía mínimo 19 años, ¿no somos algo mallorcitos para andar haciendo eso?. Alba, quien estaba al otro lado del pasillo, hablando con una chica de clase, creo que su nombre era Sábela; vio el panorama y se acercó rápidamente. Miro sin entender mucho, se adentro por el cumulo de gente y vio lo que le habían hecho a su taquilla. Abrió su taquilla, cogió algo de papel y se dispuso a limpiar la puerta. Eso no, no iba a dejar que se humillara así. Me hice paso entre la gente, rodee sus hombros y la saqué de ahí.

- Ey, ¿qué haces? -mira mi mano

- A pesar de que apenas hablemos, no voy a dejar que te humilles así -se acercó la chica de antes-. Ahora yo mejor me voy. -Alba negó.

- ¿Estas bien? ¿Qué han hecho? -puso sus manos en la cara de Alba. Creo que era hora de irse.

- Mmm... No importa, y si estoy bien. -le sonrió. A lo que Sabela la abrazo. Era hora de irse, ahí sobraba.

Me solté de Alba y me fui de ahí. Busque a María y Marta. Seguro que estaban en la puerta del taller, esperando. Subí a la primera planta. Como decía, estaban esperando.

- Marta creo que lo de ligartela... no te va a salir eh -rei poquito. Ella tenía pensado que podría ligarse a cualquier bi o lesbi que se le presentase de frente.

- Vaya -ríe poquito-, pues habrá más ya verás.
-a las tres nos hizo algo de gracia su comentario.

Al poco tiempo, el profesor abrió la puerta, tras él toda la clase entramos. Yo, me senté sola, ya que Maria y Marta se sentaron juntas. Íbamos a trabar con cerámica, al profesor le parecía una idea estupenda para poder salirse de lo común que hacíamos en clase, y así practicar con las manos. Yo como siempre, me puse un casco, par escuchar música y comencé a trabajar con la cerámica. Había que crear una vasija, desde cero.

A la hora o así, me quedaba hacerle los detalles. Con eso había que tener cuidado pues era muy frágil mi pieza. En qué momento se me ocurrió hacerlo tan fino, sería una gran idea. Me concentre, mucho, demasiado creo. Porque no note que Alba se había acerado a mi mesa y que se había sentado en frente.

- BIEN! SI! -respire aliviada. Lo había conseguido ahora faltaba meterlo al horno. Porque al parecer al profe le parecía buena idea para que secara. Me levante, a la vez que levantaba la vista. La vi. Estaba ahí sentada mirándome, sonriendo.- Joder Alba que susto. A la siguiente hazte notar.

- Perdón. Es que estabas muy concentrada y no quería molestarte. -me sonrió en modo de disculpa

- Tranquila. ¿Y qué querías?

- Quería agradecerte lo de antes, que me hubieras sacado de ahí. -me sonrió mas.

- Nada -cogi mi vasija y la lleve al horno. La metí y tenía pensado volver a mi sitio pero Alba estaba detrás mío-. ¿Necesitas algo? -le sonreí.

- Me preguntaba si querrías salir a tomar algo -me sonrió-. Para agradecerte de nuevo lo de antes. -yo negué.

- No hace falta, y ya tengo planes. Pero muchas gracias. -le sonreí sincera.

- Okay, pues otro día. ¿Pero eh recuérdalo vale? -se veía que quería agradecérmelo, o sino solo estaba siendo maja.

Asentí y me senté en mi sitio. Pensé que estaba siendo un grande, a ver, de momento lo era. Pero sabía que si no me había pasado algo malo durante la mañana, algo pasaría en la tarde. Así eran mis días. Y sino pasaba algo malo, era poco común y raro, y era un día de muchísima suerte. Estaba en lo cierto, por la tarde y por la noche tristemente todo se jodio.

Fallas En La Vida (Albalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora