II Capítulo 2

555 67 23
                                    




Lena nunca se sintió tan cómoda como cuando estaba con Kara, sentir su piel cálida y su respiración tan tranquila.

La princesa se despertó a penas sintió cómo Lena se movía, fue extraño, se preocupó demasiado al no ver su anillo en el dedo, se sentó rápidamente a buscarlo, pero escuchó un fuerte quejido por parte de Lena, el cual la espantó, no se percató de que ella la estaba abrazando.

—¿E-estás bien?— tartamudeó la rubia

—Mi brazo...— se quejó

—¿Has visto mi anillo?— preguntó

—Creo que tengo el brazo fracturado ¿y tú sólo te preocupas por un maldito anillo?— chilló por el dolor que le causaba la lesión

—Lo siento, pero en serio lo necesito— insistió, cubriéndose el rostro, pues tampoco tenía sus lentes puestos

—Está allá— indicó señalando la mesita de noche, con su cabeza

Kara se apresuró en darse la vuelta, y meter la sortija en su lugar, para su suerte, sus lentes también se encontraban ahí, así que se los colocó como pudo.
—Llamaré a tu abuela, quédate aquí— dijo, para ponerse de pie y salir en busca de la anciana, bajó las gradas tan rápido que casi tropieza, pero halló allí a la mujer que buscaba—¡Lara!

—¿Kara? ¿Todo en orden?— preguntó, levantándose del sillón en el que estaba

—No no, Lena está mal.

La anciana acomodó su postura y fue casi corriendo hasta la habitación de su nieta, donde la encontró agonizando de dolor.
—¿Qué pasó?— cuestionó enfurecida—¿Ella te hizo algo?

Lena sólo negó con la cabeza, no en forma de negación, sino de confusión, Kara llegó por detrás...
—Vete a casa, niña— habló Lara

—Pero...

—Ve a casa— insistió

La rubia sólo gruñó molesta, pero también triste por haber lastimado a su novia. Salió del lugar como pudo, buscando a dónde ir, aún con la pijama de Lena puesta; no tenía nada, ni siquiera su teléfono. Siguió caminando hasta encontrarse con un hombre calvo, con el que hizo un intensión contacto visual, una mirada que espantó a la princesa, decidió girar la cabeza para continuar con su recorrido. "Soy una estúpida" se repetía internamente. No sabía qué hacer, ni tampoco a dónde ir, estaba perdida. De pronto, una camioneta negra se acercó.
—Sube— se escuchó desde adentro

La princesa lo dudó un poco, pero al final aceptó. Subió al asiento del copiloto, donde se encontró de nuevo con aquel hombre.
—¿A dónde quieres ir?— preguntó él

—A la urbanización de adinerados— respondió

El tipo sólo asintió con la cabeza, fijándose en las prendas de la rubia, viéndola sin pudor alguno, como si la conociera desde hace siglos.

—¿Cómo te apellidas?— cuestionó

—Zo...— calló— Jonz— se corrigió de inmediato

Aquel sujeto volvió a asentir, conduciendo más rápido.

—¿Por qué me ayudas?— preguntó Kara

—Quizás me devuelvas el favor más tarde.

Después de eso, el recorrido fue silencioso, realmente silencioso, el hombre calvo ni siquiera respiraba de una manera en la que pudiera ser escuchado, tampoco había música, el ruido de afuera se sentía muy poco. Pasaron los minutos y llegaron a la urbanización.

Triple ClickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora