1 / 5 / 2021

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Tema escogido: Ninja Renegado.

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       Era una helada noche de invierno en aquella villa, de irónicamente, el país del fuego. Y aunque no había ningún rastro de nieve, el grisáceo cielo, y el frío calando hasta los huesos, demostraban las bajas temperaturas que no acostumbraban a haber por aquellos lugares, añadiendo que el sol ya había desaparecido en el ocaso junto al escaso calor que emanaba para ayudar a los habitantes a sobrepasar aquella fría estación.

       Y aunque el calor fuera escaso de manera física, en los corazones de los pobladores de la Aldea de la Hoja, se mantenía viva la llama de la familia, de la esperanza, del honor. La llama de la voluntad de fuego, llenandoles de calor el pecho y, sobre todo, el corazón.
       Todo aquel que viviera allí, conocía esa incandescente e invisible llama que crecía más y más en ellos, demostrando su esplendor en cada oportunidad, siendo defendida a muerte por sus guerreros, los shinobis de Konohagakure.
       Los Anbus, Joūnins, Chūnins, Ninjas médicos, hasta los Gennin, portaban esta esperanzadora llama, pero, algunos pocos, no veían las cosas de igual forma. Siendo consumidos por el odio, la venganza, la avaricia, la justicia mal intencionada, hasta el pecaminoso placer.
       Siendo guiados por un sendero, uno renegado, oscuro, abandonando todo, su país y su gente.

       No muy lejos, trepando sobre un árbol, vestido con abrigos de cuero y tela gruesa, cubriendo su rostro a excepción de sus iris, los cuales tenía pegados en un anciano rostro, tallado en la Torre de los Hokages, a todo su esplendor, se encontraba un joven muchacho observando la radesnte aldea iluminada por la luz lunar.

       —¿Los extrañas? —una ronca y gruesa voz se presentó a sus espaldas.

       —¿A quiénes? —preguntó en respuesta confundido, girando su cuerpo hacia su opuesto, clavando su mirada en él.

       —A todos. Tus alumnos, tus compañeros, al Sandaime... ¿Los extrañas?

       Se sobre saltó, hacía no mucho habían abandonado aquella aldea, en la que crecieron y vivieron mil y un cosas, donde se conocieron, y enamoraron.

       Tranquilo, el más alto se acerco al cubierto y caliente cuerpo, rodeando con sus brazos al de una alta coleta cubierta por una capa de cuero.

       —¿Acaso tu no? —preguntó en un sollozo. Él nunca hubiera abandonado la aldea si esta no lo hubiera abandonado a él primero.

       —Aunque lo haga... sabes que...

       —No podemos, y no debemos... acercarnos a la aldea. Si, lo sé.

       Sus miradas se cruzaron, uno con los ojos brillosos y humedecidos, y el otro reflejando en su único ojo visible el dolor que eso le causaba.

       Bajando la fina tela de su máscara, dejando a un lado de paso la bufanda que llevaba puesta, fue acercándose más y más al moreno frente a él, chocando sus frentes, manteniéndole la mirada fija por unos segundos.

       —Te amo... —susurró antes de sonreír el más pálido, notando como se aguaban esos oscuros ojos, cada uno a la par del otro.

       Una morena mano escapó del bolsillo del abrigo, depositándose en la blanca y suave mejilla del antiguo Joūnin de élite, acariciando con dulzura y cuidado la piel que se asemejaba a la porcelana.

       —También te amo, Kakashi.

       Susurró a pocos centímetros de los suaves labios de su amante, librando junto a sus palabras un nudo que se hallaba escondido en su garganta, junto a unas finas y cristalinas lágrimas, las cuales comenzaron a humedecer sus mejillas.
      Sin dilación, ambos pares de labios se encontraron, calmando el alma y el corazón de cada ex shinobi, alivianando su dolorosa carga, el exilio. Pero ya no había nada que pudiera remediarlo, ahora estaban solos, juntos. Y así sería por el resto de sus vidas, como fugitivos, huyendo de sus pasados, amandose en las sombras, y con el riesgo de la muerte en todo momento.

       Las pálidas manos bajaron de manera lenta, por la escondida figura que tantas veces había visto en todo su esplendor, acariciando con sus pulgares todas las zonas por donde pasaban, hasta establecerse en la cintura, abriendo y escondiéndose por debajo del abrigo.
       Ambos cuerpos, acercándose más y más de manera paulatina, a la vez que sus manos acariciaban el ajeno cuerpo, deleitándose con el suave rose de sus narices, enrendandose en un dulce abrazo.
       Y se quedaron así, manteniendo el calor en sus cuerpos, y aunque sus labios ya se hubieran alejado del otro, aún sentían esa unión invisible entre ellos, manteniéndolos juntos sobre aquella rama de árbol de sakura, el cual de hablaba desnudo.

       —Debemos apurarnos, no pueden saber que estuvimos aquí. —mencionó Iruka, decidido a vivir así, y aunque ya lo estaba, no era fácil hacerlo.

       —¿En serio? —cambió su tono de voz de uno tranquilo y dulce, a juguetón y sarcástico, algo típico en el ex joūnin.— Vaya, que mal, y eso que la vista me gusta...

       Con rapidez, y fuera de lo previsto por el más alto, su único ojo libre estaba fijo en el rostro completo de su acompañante.

       —¿Ahora? —preguntó sonriente y triunfante al notar como las expuestas mejillas de porcelana comenzaban a teñirse de un rojizo suave, que iba en aumento gracias al frío.— Dime: ¿Te gusta ahora?

       Apegándose más al cuerpo estático y sonrojado de su acompañante, y sin dejar de sonreír, llevó sus labios hacia la rojiza oreja, susurrandole con un tono inocente.— ¿Acaso no te gusta?

       Quien diría que aunque hacía mucho tiempo no peleaba nisiquiera por diversión, el último Hatake no había perdido la práctica a la hora de hablar de habilidades, tomando por sorpresa al ex profesor de academia, tomándolo con amabas manos por su cintura, dejándolo caer en sus brazos, a algunos centímetros de recostarlo en la rama del árbol, contemplando su mirada sorprendida con el repentino movimiento, sonriendo al final mientras elevaba su mano para volver a acariciar la pálida mejilla.

       —Iruka... sabes muy bien que amo esta vista.

       —¿Ah, si? Vaya, pues no. No tenía idea de sus gustos, Kakashi-san...

       Sonrió, hacía mucho tiempo nadie le decía así, y definitivamente, desde esa boca, lograba hacerle perder la cordura.— Iruka... ¿Qué pretendes?

       —Nada, debe ser el frío que te está afectan...

      Se dejó llevar, perdiéndose en el placer que aquellos finos y rosados labios le brindaban a los suyos, y a él.
       Si, ya no tenían un hogar fijo, huyendo de los que antes eran sus compañeros y amigos, con la muerte no tan lejos como creían, teniéndose únicamente el uno al otro. Esa era su nueva vida, una vida de ninjas renegados.

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¡Hola! ¿Todo bien?
Vuelvo, y ahora me tendrán activa un mes entero ¿les gusta la idea? 🤭

Esto será por el "festejo" del mes Kakairu, donde diariamente se llevará a cabo una serie de temáticas de diferentes formas, escribir, dibujar, etc.

Quiero que sepan que estoy emocionada de hacer esto y espero les gusten los shoots qu estaré publicando sobre estos bebés 🤭💕.

Esta vez fue corto, pero es probable que algunos sean más largos, dependerá de la temática y mi creatividad 😅.

En fin, mañana tocan las temáticas "Fotografía - Sirenas/Tritones".

Un saludo a todos, y los leo en los comentarios 🤭💕.

—Reesypad

Kakairu Month 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora