7 / 5 / 2021

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Tema escogido: Amigos de infancia

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      Era una veraniega tarde de sábado, a causa de eso, por primera vez dejaron al pequeño ir al parque de la cuadra de su casa solo.
      Él llevaba unas zapatillas de un color egeo opaco, unos shorts aqua por sobre la rodilla y una camisa blanca con un pequeño bolsillo.

      En seguida cerró la cerca de su patio despidiéndose a gritos alegres de sus padres, corrió en dirección al ansiado lugar.

      Había acordado juntarse con sus amigos por esas horas, así que ahí estaba, esperándoles alegremente mientras se balanceaba en un columpio, pero conforme pasaban los minutos su mente le hacía pensar en diversas posibilidades de la tardanza, evitando el pensamiento de haber sido plantado para fastidiarlo.

      El sol irradiaba toda su luz medianera sobre su cuerpo, el cual se dejaba bañar por los luminosos rayos en completa calma.
      Sus ojos se cerraban lentamente por la ensoñación que le provocaba el aburrimiento que sentía, acompañado de un leve ladeo de cabeza; si seguía así se dormiría.

      De imprevisto, divisó por el rabillo de su ojo una figura acercándose, y aunque quiso enderezarse para intentar reconocer a la persona que paulatinamente se acercaba, su cuerpo no quería moverse. Al final, aquella figura se quedó parada frente a él, y con el extremo de una rama comenzó a tocar sus rodillas.— Oye, niño... no sé quién seas, pero si sigues ahí te insolaras... —comentó aún presionando con la rama con un deje de falsa despreocupación.— a menos que seas Superman.

      Iruka trató de levantarse, pero debido a sus entumecidas piernas terminó cayendo en el columpio como hacía segundos estaba acomodado.

      —¿Llevas mucho tiempo sentado, eh? —preguntó retóricamente el puberto no mayor de 14 años.— ¿Cómo te llamas chico?

      El pequeño de apenas diez años quiso responder, pero tanto su garganta como sus labios estaban secos, tosiendo en su lugar un poco.

      —Vaya, si que llevas tiempo ahí... «Maldita sea, no tenía planeado esto...» —hubo un silencio entrecortado debido a la leve tos del castaño que aumentaba progresivamente.— ¡E... esperame, ¿Si?! —no podía dejar al chico tosiendo, así que decidió ir a buscar un poco de agua a su casa, la cual no se encontraba lejos.
      —¡Ya regreso! —comenzó a correr, pero a los pocos metros retrocedió, y con toda la fuerza que tenía, levantó el moreno cuerpo para llevarlo a la sombra más cercana bajo un árbol.— ¡Refréscate en lo que regreso!

      Por otro lado, el moreno sintió su cuerpo siendo trasladado de aquel juego infantil, siendo llevado a la refrescante sombra, allí pudo ver con más claridad al otro niño allí presente; pelo blanco, pálido, camisa negra, y lo que parecía ser una especie de mancha en la mitad de su ojo izquierdo fueron las características más resultantes de joven, quien terminó desapareciendo por unos minutos.

      A su regreso, el castaño ya podía mantener la vista abierta y controlar sus extremidades decentemente.

      —Oye, toma tú esta ¿Si? Está fría. —comentó entregándole una botella de agua, sin pensarlo, Iruka asintió en forma de agradecimiento mientras abría y tomaba el refrescante y aliviante líquido.— ¿Te encuentras mejor, chico?

      Tras haberse tomado más de la mitad de un tirón, miró alegre y agradecido al pálido frente a él, quien le miraba entre curioso y ansioso.— S... sí

      —¡Que alivio! —exclamó alegre el muchacho.— ¡Hasta que hablas! Ya creía que eras mudo... —comentó de manera chistosa.

      El albino se sentó a un lado del pequeño, recostándose junto a este en el árbol tras ellos, y aunque el silencio se hizo presente, este era agradable para ambos.

Kakairu Month 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora