𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓭𝓲𝓮𝔃

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Los 16 niños siguieron avanzando, parando de vez en cuando para descansar

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Los 16 niños siguieron avanzando, parando de vez en cuando para descansar. Emma, Ray y Luna estaban checando la pluma de nuevo, cuando la voz asustada de Lani apareció.

—¡Thoma desapareció!— el chico de ocho años dijo casi al borde de las lágrimas. Luna lo miró.

—¿Cómo que desapareció?— preguntó confundida.

—¡Si! Estaba a mi lado y de la nada puff— hizo una señal con sus manos. —desapareció— explicó.

Luna avanzó un poco, sabía que Lanni era muy bromista, y no perdía nada checando. Se paró en un suelo bastante extraño, y de la nada, sintió como la gravedad la jaló.

—¡Luna!— la voz asustada de Ray se escuchó mientras ella caía. No le dio tiempo de entrar en pánico, ya estaba en el suelo.

—Auch...— dijo parándose.

—¡Luna!— la voz de Yvett llegó a sus oídos junto con un abrazo.

—¿Alguien está lastimado?— preguntó la chica, y un coro de "no" se escuchó. Gilda, Don y Anna ya estaban ahí, y fueron a recibirla.

—No sé ni qué rayos pasó— Don dijo viendo hacia arriba. Luna también miró hacia arriba. Fue muy repentino. Sus pensamientos viajaron hacia Lanni, Emma y Ray, quienes seguían arriba.

—¡Emma!— Luna gritó lo más fuerte que pudo. No se escuchó nada, pero unos segundos después, la voz de Emma bajó.

—¿Luna?— preguntó. Luna tomo aire una vez más.

—¡Vengan!— llamó Luna. —Solo párense en las vainas y ya—

Seguida la orden, Emma, Ray y Lanni cayeron. Lanni fue directo hacia su mejor amigo, y Emma y Ray vinieron hacia Luna.

—No parece haber nada, solo el camino— señaló Luna hacia el gran túnel lleno de raíces.

—Tenemos que seguirlo, encontrar una salida es prioridad ahora— terminó Luna, y los otros dos asintieron.

El grupo caminó por algunas horas, el túnel seguía y seguía. Los niños más pequeños se empezaban a cansar, y el humor de Luna no aguantaría mucho más. También el dolor agudo que sentía en la parte baja de abdomen y la espalda.

—Descasemos un poco— Emma sugirió. Ray estaba apunto de alegar, hasta que vio a Luna hincarse en cunclillas, respirando fuerte y con la cabeza gacha. El chico olvidó el resto y se hincó frente a ella.

—¿Todo bien?— preguntó. La chica asintió mintiendo.

—Solo estoy cansada— dijo. No quería ser molesta. En estos momentos necesitaban todo menos uno de los integrantes enfermo o lastimado.

—No te creo— Ray presionó. Luna se aguntó las ganas de gritarle y solo dijo que estaba bien otra vez.

El camino siguió. El dolor de Luna era casi insoportable, podría sentarse a llorar como una niña pequeña, pero no podían perder tiempo, y necesitaba ser fuerte por todos.

𝓝𝓾𝓷𝓬𝓪 𝓙𝓪𝓶𝓪𝓼 // 𝓡𝓪𝔂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora