La vida a veces podía ser un asco, de verdad.
Un día estás tranquila, relajada y feliz por tener una vida así, y no te preocupas por nada relevante que no sea poner la ropa de color con la blanca o hacer la compra para la semana. Y al siguiente, con una simple noticia te la puede cambiar en un segundo, volviéndola un mar de errores, desastres y decisiones que tomar.
—¡AAAAHHHHHH! —grité, pataleando como una niña en la cama.
Miré por décima vez, o más veces, el mensaje de Dante. Me había pasado 15 minutos mirando una y otra vez ese menaje.
Novio en fuga
"Hola, arruinadora de bodas. Creo que ya te he dejado bastante tiempo para digerir nuestra conversación, es momento de que pagues tu oferta. Necesitaré que finjas ser la novia secreta de la que hablaste el otro día. Te espero en tres días en la siguiente dirección"
¿Qué iba a hacer? Me había pedido que fingiese ser su novia falsa, pero ¿por cuánto tiempo? ¿Y para qué? ¿Debería de ir al sitio en el que me citaba? ¿Y si lo bloqueaba y no iba?
No, no. Sabía donde vivía y podría presentarse en cualquier momento delante de mi puerta, derrumbarla, entrar y ahorcarme hasta matarme.
Tampoco debía de ser una cobarde y esconderme de los problemas, exactamente de mis problemas, causados por un error que había cometido. Debía de ser valiente y afrontarlos.
Iría a donde me decía, le pediría unas explicaciones antes de nada porque no había dicho gran cosa en el mensaje y ya luego vería qué hacer. Aunque lo seguro es que aceptase lo que me pedía, porque tenía que redimir mi error de alguna manera y si esta era la forma que él quería que lo hiciese, pues lo haría.
Decidí no responderle y dejarle en visto y que él mismo viese si iría o no. Que se quedase con la duda y la incertidumbre.
Dejé el móvil y me levanté de un salto de la cama. No me iba a quedar estos días sin hacer nada y lamentándome de mi existencia. Aunque parecía una idea muy tentadora.
Como el otro día, me puse en la tele el programa de zumba, puse música y pasé los 40 minutos que duraba sudando y jadeando como si hubiera corrido una maratón. Las señoras del programa ni siquiera se les notaba que estaban cansadas. Menuda resistencia. O yo estaba exagerando o es que tenía la resistencia en la mierda. O podría ser las dos.
Arrastré los pies hasta la cocina para coger una botella de agua, me la bebí como si hubiera estado en el desierto durante un año.
Me apoyé en la encimera mientras me recuperaba del ejercicio que había hecho. Mi mente se había despejado y no estaba pensando en nada, con la mirada perdida.
Hacer zumba ayudaba y me estaba empezando a gustar, aunque me muriese en el intento.
Me dirigí a mi habitación para coger el móvil y llamar a Edgar, ya que no antes no lo había podido hacer. Casi se me olvidaba este importante asunto.
Abrí el correo y busqué entre todos los anuncios el correo de Edgar, al abrirlo leí todo lo que me pedía, incluso había adjuntado una invitación para poder entrar a la iglesia.
Me di golpes mentales. ¿Por qué nunca revisaba el correo?
Apunté el número y lo llamé. Los tonos fueron sonando hasta que la voz del buzón sonó.
Volví a intentarlo varias veces, pero en ninguna me lo cogió. El móvil lo tenía encendido, pero no me lo cogía. ¿Estaría ocupado planeando como encontrarme y matarme?
Como no me cogía las llamadas, decidí escribirle un correo, a ver si así me contestada. Así no tendría que enfrentarme directamente a él y escucharlo.
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Que empiece el espectáculo
Cerita PendekHalana y su mejor amigo trabajan en un trabajo diferente y peculiar: les contratan para que se cuelen en las fiestas y los animen, los dañen o los mejoren. En esta ocasión, ha habido un encargo especial: entrar a una boda y detenerla. Y no, no es t...