Me veía horrenda, mis ojos rojos y mis grandes ojeras eran la prueba, tenía sueño pero ya el despertador me había despertado o martillado los oídos.
Estaba en el espejo del baño mirando mi reflejo. Espero que este día sea bueno. No lo arruines Alessa.
Me duché y me vestí. Una camisa manga largas blanca con una larga cinta negra delgada amarrada en un lazo en el cuello de la camisa, una falda plisada de largo de 8 dedos arriba de la rodilla, medias a la rodilla y mocasines. Hacía frío así que agregué un abrigo negro.
Hacía mucho tiempo no usaba un uniforme. Me sentía extraña. No sabía como peinarme, estaba nerviosa y mis manos temblaban, ¿Qué pensarán de mí? Todos me estarán viendo, juzgando cada paso, cada respiración.
Llevaba 10 minutos intentando lucir bien pero no lo logré así que opté por dejar mi cabello suelto.
Dyanne había metido todos los libros en mi habitación al igual que la mochila. Y se supone que en Internet te dejaban el horario, aunque lo ponían en el salón de clases. Correcto. Nosotros no vamos a los salones de los profesores. Los profesores van a nuestros salones. Chris me había contado que en su país era al revés.
Pasaría todo el día con quienes fueran mis nuevos compañeros. Solo recé para que el día pasara rápido. Tomé mi mochila y bajé las escaleras. Christofer aún dormía así que traté de no hacer mucho ruido. Es decir, eran las 7:40 am, yo solía despertarme al medio día.
Dyanne estaba en la cocina desayunando. Un buen plato me esperaba. Waffles, huevos, tocino y jugo de naranja. Muy americano.
-Te va a encantar. Tal vez hagas nuevos amigos.
Bufé.
Al terminar me cepillé los dientes y me despedí de Loki.
Me seguía viendo cansada así que opté por cubrir mis ojeras un poco con polvo.
Salimos de casa y subimos al auto.
Dyanne hablaba pero yo no escuchaba y no era intencional, estaba nerviosa. Me retorcía las manos y respiraba ondo.
Al llegar casi soltaba lágrimas, como si tuviera 4 años y fuese mi primer dia de clases. Me despedí de Dyanne quien me abrazó fuerte.-Si pasa algo me llamas, te quiero.-acarició mi espalda.
-Te quiero.- me dio dinero y salí con el corazón acelerado. Caminé hacia el gran edificio color blanco hueso. Me recordaba demasiado a la casa de American Horror Story: Coven, solo que era cuatro veces mas grande y con un gran patio. Muchos autos entraban y salían dejando estudiantes de todas las edades.
Entré al edificio buscando el salón de clases en el cual estaría todo el año. Me sentía observada, sentía que me faltaba el aire y que las paredes de los pasillos eran cada vez mas chicas. Me coloqué junto a la pared y traté de sacar las pastillas para calmarme. Mis manos temblaban y alguien me empujó haciendo que cayera al piso al igual que el frasco con el medicamento.
-¡Hey, fíjate por donde caminas!- una voz femenina me sacó del trance. Habían quieres se reían, otros me miraban con lástima o solo con superioridad. Volteé a ver a quien me había defendido. Era una mujer joven con una larga falda negra, camisa blanca de cuello negro, tacones altos, y su cabello lacio y rubio suelto. Me miraba con preocupación.-¿Cariño, estás bien?- negué con la cabeza. Se acercó a mí recogiendo el frasco y ayudándome a levantarme.
Leía lo que decía el frasquito cilíndrico con calma y sin juzgar. Me miró con ternura y me lo devolvió. Era muy amable, me acompañó hasta una fuente y me enseñaba por donde íbamos.
-¿Cómo te llamas, cariño?- preguntó con una pequeña sonrisa.
-Alessa Gaskarth- respondí con timidez.
ESTÁS LEYENDO
Are You Mine?
RomanceY yo me vuelvo loco porque aquí no es donde quiero estar y la satisfacción parece un recuerdo lejano y no puedo evitarlo, todo lo que quiero oír es a ella diciendo "¿Eres mío?" Y la emoción de la persecución se movió por caminos misteriosos, así que...