Otto

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Capítulo 8

Estaba cansada, harta. Era la última clase y además era con quien menos quería ver.
"Me aburro." Leí en aquel papelito que estuvimos pasándonos cada clase. Jason tenía una bonita letra imprenta. Habíamos estado hablando como si nos conociéramos de toda la vida. Se me hacía fácil hablarle.
Estábamos en matemáticas. Toda la hora el profesor estuvo toda la hora sentado leyendo un libro mientras nosotros resolvíamos un taller.
"Quiero irme a casa. Odio el colegio. Odio las matemáticas. Odio a este profesor." Le pasé el papel a Jason y luego de unos minutos me lo devolvió. Había un silencio sepulcral.
"No entiendo un carajo. Este tipo nos aborrece. Siempre ha sido así."
"Realmente, no me explico como alguien puede ser tan desgraciado." Se lo devolví.

-Vaya, vaya. Con que Romeo y Julieta se mandan cartas de amor.- la voz del profesor nos sobresaltó a todos. De repente mi corazón empezó a latir como loco. Nos miraba. Jason arrugó el papel pero sabia que no lo dejaría pasar. Estaba de pie a un metro de nosotros. Se acercó y le arrebató el papel a Jason de las manos. Lo leyó con expresión calmada pero podía ver la rabia en sus ojos y en sus nudillos que por como apretaba los puños estaban blancos. Me miró con una sonrisa diabólica.- Te quedas después de clases. Detención.

Oh no.

-No me esperaba más, excelentísimo profesor.- dijo Jason enojado.

-No, solo Gaskarth se queda.

-¿Qué? ¡Pero si yo he empezado!- exclamó Jason.

-Ya he dicho.

-¡No es justo!- gritó Jason. Primera vez que lo veía así. Mis manos temblaban. ¿Qué haré?

-Mürr, nada es justo en esta vida.- sonrió haciendo que algunas arrugas en las esquinas de sus ojos aparecieran. Tenía quizás unos treinta y algo. Pero era el ser mas detestable.

Sonó el timbre haciendo que todos guardaran sus cosas para irse.

-Lo siento, Alessa. De verdad. Oh, no llores...- me miró apenado y me dio un abrazo. Estaba asustada.

-¡TODOS FUERAAAAA!- gritó el profesor haciendo que nos separáramos.-Claro, que excepto tú, Gaskarth.

Todos salieron, June y los muchachos me miraban con pena, incluso Lisa. Aunque habían algunos que reían. Limpié unas cuantas lágrimas de mis ojos y respiré hondo. Había olvidado mis pastillas.

-Recoja sus cosas, Gaskarth. Vamos a mi despacho.- asentí y temblando tomé mis cosas y lo seguí. Tenía que controlarme... o al menos intentarlo. Salimos del aula y caminamos contra la corriente de alumnos que iban hacia la dirección contraria. Agaché la cabeza, me miraban, me estaban juzgando. Volví a limpiar mis lágrimas.
Llegamos a una oficina cuya puerta de madera tenía una cruz cristiana de metal y debajo decía, "Profesor Collin Rosenstock."
Entramos y cerró la puerta a mis espaldas. Estaba nerviosa y asustada. La luz del lugar era tenue, hacía que las imágenes en la habitación dieran más miedo. Eran grandes y las sombras los hacían ver enormes. Eran santos, o eso creía. Estaban en las paredes, todos me miraban. Me hacían sentir peor.

-Siéntate.- me ordenó señalando un asiento frente a su escritorio. Él se sentó y luego lo hice yo. Su mirada era intimidante. Sus ojos verdes me observaban con seriedad, examinándome.- ¿Sueles llorar muy seguido, Gaskarth?- preguntó pero no respondí, solo bajé la mirada.

Suspiró con fuerza echándose para atrás en su asiento.

-Es de mala educación ignorar a tus mayores. ¿Acaso no te enseñaron eso en casa?

Alcé la mirada. ¿Cómo se atrevía a decir algo así?.

-Usted no me conoce.- dije cortante.

-Pues hablo por lo que veo. No supieron ni pudieron criarte. Creciste como un palo torcido. Tus padres hicieron un muy mal trabajo.

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