Capitulo 3: Pensamientos.

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Desde los 4 años Sasuke entrenaba a su hijo.

Menma lo veía como un juego que jugaba con su padre. Desde lanzar Shirukens hasta practicar 'Fuego: Jutsu Gran Bola de Fuego', el cual se le hacía muy difícil controlar al principio pero luego se le hizo pan comido. Y tenía que admitir algo, le encantaba ese juego.

Entrenaba a diario con o sin la supervisión del mayor. Lamentablemente había heredero lo terco de sus padres, para bien o para mal, el niño rara vez se rendía. Más de una vez se había llegado a desmayar por entrenar tanto. No fue hasta los 8 años que por fin comprendió que era un entrenamiento ninja y no un juego cuando fue a una aldea escondida. Mucho le decían que no tenía que entrenar tanto si estaban en tiempo de paz. Eso solamente lo confundió.

—¿Menma, sucede algo?—Le pregunto mirando al menor, este se sorprendió por la pregunta.

—No ¿Por qué la pregunta?—Tenia un tono nervioso en su voz.

—Es que tienes dos moscas en la cara y ni te diste cuenta—Señalo Sasuke, el azabache menor agito su cabeza quitándose las moscas de las caras.

—Es que alguien me dijo que no tenía necesidad de entrar si estamos en tiempo de paz—Dijo el niño sentándose al lado de su padre abrazándose las piernas. Suspiro— ¿Papá, tú crees eso?

—Siempre hay que entrenar, la paz nunca es eterna y la guerra siempre vuelve. Los tiempos difíciles crean hombres fuertes, los hombres fuertes crean buenos tiempos, los buenos tiempos crean hombres débiles y los hombres débiles crean tiempos difíciles. Es un círculo vicioso, como te dije, la paz nunca es eterna, en cualquier momento puede explotar una guerra y tú eres un Uchiha, tienes que sobrevivir—Dijo mirando fijamente a su hijo. Este miraba la grama verde la cual ondeaba con el viento del cercano crepúsculo. Ya faltaba poco para para que la fría y oscura noche viniera y acechara.

—Papá ¿Alguna vez te has arrepentido de algo que hiciste?—Esa pregunta llego de la nada. Su hijo suele decir lo primero que le viniese, algo que más de una vez le metió en problemas.

—Sí, me arrepiento de muchas cosas pero me arrepiento más de las menos importantes—Su mirada estaba perdida en el atardecer que eran de un color lila con anaranjado. Su hijo lo veía con confusión.

"¿Que serán de esas cosas que se arrepiente? ¿Y por qué dice que las menos importantes son de las que más se arrepiente?" Le estaba a punto de preguntar aquello pero noto algo que no solía ver en la mirada de su padre, melancolía. Aparto la mirada del rostro de su padre y se dedicó a ver el hermoso atardecer, el cual era increíble desde el barranco que se encontraba. "¿Acaso le había recordado algo doloroso a papá?" Se preguntó viendo como el sol se ponía de manera lenta "¿Acaso estaba recordando algo que perdió? o ¿Algo que no pudo hacer por miedo?" La luna ya estaba dándose paso, postrándose de manera espectacular. Era tan grande y hermosa, que relucía en todo el manto de la noche.

Desde hacía mucho que se cohibía de esa manera, a él nunca le importaba preguntar lo que sea, sin importar que tan extraño o embarazoso suene. Pero no le parecía correcto preguntarle eso a su padre, no en este momento.

No quería hacer sentir incomoda a la única persona que tenía, su padre e Itachi eran su todo. Sin importar cuanto viajaran y cuantos amigos hiciera estos nunca se quedaban, y terminaban siendo un feliz recuerdo que cada vez se volvía más lejano. Abrazo más sus piernas cuando una idea se le vino a la mente.

La muerte de Sasuke.

¿Qué pasaría si él muriese por alguna razón? No tenía a nadie que pudiese quedarse con él aparte de su tío o tía Orochimaru. Pero no sabía cómo reaccionaría cuando este muriese ¿Y si lo viera morir al frente de sus ojos? Más de una vez había visto como su padre peleaba con tipos muy fuertes pero estos siempre terminaban muertos, pero siempre era una posibilidad ver morir a su padre mientras luchaba.

Su respiración de había vuelto algo irregular, el simple hecho de pensar en su padre muerto lo ponía nervioso. No podía imaginarse estar sin él, era la única persona que siempre ha estado con él y no podía imaginarse un mundo sin su padre. Simplemente no podía...En realidad no quería, no quería pensar en el hecho de que su padre pudiera morir. Aunque su padre siempre le había dicho que la muerte era algo inevitable y que él también moriría algún día, pero quería prologarla lo más posible. Aunque fuese lo último hiciese.

De la nada sintió como una mano se posaba en hombro, al levantar la mirada se encontró con su padre que lo miraba con una cara de preocupación ¿Por qué estaba preocupado? Entonces se dio cuenta de algo, sus mejillas estaban húmedas. Se froto los ojos para comprobar que efectivamente estaba llorando, Sasuke siempre le decía que mostraba demasiado sus emociones, tanto buenas como malas. No pensó que podría llorar por pensar en el fallecimiento del mayor, y para colmo sin darse cuenta.

—Menma ¿Qué pasa?—Le preocupo con un tono de preocupación que no solía usar. Menma necesitaba una excusa urgente para justificar sus lágrimas.

—Etto, es que...Me acorde que las serpientes no tiene brazos y que los elefantes no pueden saltar—Vaya excusa más mala se había inventado, una gota caía de su sien por el nerviosismo que sentía ante la atenta mirada de su primogenitor.

—Voy a hacer como que te creo—Esa respuesta no se la esperaba para nada—. Venga, vamos a buscar un buen lugar en donde quedarnos—Se levantó de la piedra en la cual estaba sentado, el menor imito su acción secándose las lágrimas que aún estaba en su rostro. Vio como la luna brillaba en el cielo negro juntos con las luminosas estrellas, esa luz eran su linterna que le iluminaba el camino a él y a su padre.

Esa fue su última mirada antes de adentrarse al bosque junto a su padre.

MenmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora