Capitulo 5

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Capítulo 5

Después de ese estrepitoso encuentro anduve hasta llegar a la ONG, tenía que relajarme; de por si hoy había sido una mañana muy estresante, el conocer a la representante de mi alumna más destacada había desatado una ira casi incontenible, acotándole la migraña que ya venía arrastrando. Ganas no me faltaron de abofetearle para dislocarle la mandíbula; quizás le faltaba ser más observadora, porque si lo fuera, hubiese notado cuando presione el puño izquierdo del manubrio y con mis uñas rompí la parte de abajo de la goma. No me quedo más que golpear el manubrio un par de veces cuando considere estar lejos de su presencia. Debía calmarme. Tenía que sembrar un par de árboles y mi mal humor solo haría que se secaran las hojas sin siquiera tocarlas. Respire hondamente unas treinta veces como me decía mi terapeuta, al calmarme, baje de la bicicleta y la dejé en la zona de ciclistas. Sin más opción arregle un poco mi traje, el cual me cambiaría en unos minutos, sería terrible entrar a la circunscripción de siembra con los tacones de punta número ocho, la falda de diseñador y la camisa blanca. Eso jamás en la vida sería una buena combinación. Iba saliendo de los vestidores con dirección a los jardines cuando la vida me recordó que la paciencia es una virtud la cual no todos poseen.

- Rilvers, que bueno verte por aquí. -esa era Blanca, Blanca Verde, Sonreí con un toque de burla, su nombre era tan irónico a su apellido-

- Verde -ella arrugo la nariz- creo soy lo más simpático que ha pasado por aquí hoy.

- Tu humildad cada día te abre un puesto en el cielo -la observe con fastidio- ya, ya lo sé... "No creo en lo divino" -me remedo-

- Vaya Blanca, haces completamente honor a tu apellido con esa actitud tan madura.

- Es increíble el asco que da la confianza -contuvo una risa- y ¡donde está la joven profesora? ¿La mujer insoportable? -se estaba desviando del tema, como siempre- Esa que nadie puede ver porque puede terminar petrificado -hizo un efecto con las manos "Efecto macabro", ahora si río-

- Estas enajenada Blanca. -camine con dirección a los jardines, Blanca en estos últimos meses se había convertido en lo más parecido a una amiga, había descubierto que ella tenía la suficiente capacidad para soportar mi mal humor-

- Cada día me perturba más hablar contigo y tus incoherentes palabras.

- -levante una ceja- ¿qué significa incoherente?

- Justo Ahora no lo tengo claro, pero me pareció prudente decirlo.

- Eres un aborto.

- ¿Ves? Ahí estas de nuevo, intentando herirme, y creo que lo logras, lo peor de todo esto es que no tienes el traje, tus palabras deberían doler menos.

- Que el traje no te engañé, cuando no lo tengo, soy solo una simple mortal.

- Que mortal nada, siempre eres la misma heridora. Con o sin traje, claro un poco más culta a veces.

- Pero ¿qué pasa? -levante los brazos, en señal de defensa- ¿hoy es el día de vamos a caerle encima a la profesora.?

- Ja' ¿profesora? Sera neurótica. -La observe ya estaba perdiendo el ultimo gramo de paciencia que me quedaba, ella lo noto- Tranquila. Yo igual te quiero.

- No, yo no tengo nada que darte. No tengo dinero. Casa. Solo un terrible humor todo el día.

- Aun no necesito dinero - me dio un codazo- aún -levantó las cejas- pero si necesito, puedo pagarte en especie.

- Paso en esa rama. -tome las plantas de samán y las lleve a la línea de siembra. - ¿cómo están las plantitas? ¡Que plantas tan bonitas, bonitas! -esta era yo hablándole a los latizales, eso siempre ayudaba. Era bueno para ellos y su crecimiento. - ahora vamos a ponerlos en un nuevo hogar, y van a estar muy bien. Así que tranquilos. -tomaba con suma delicadeza la planta con el abono- esto es por su bien

Nunca más estarás solaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora