Capítulo 8

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Capítulo 8

En esta vida hay sacrificios que se deben hacer por un bien común, como por ejemplo decirle a tu hijo que tomar sus medicinas sabrá muy rico. O que el ratón Pérez le traerá una moneda por su diente, para hacer brillantes perlas que luego formaran parte de hermosos collares, o peor aún, fingir que estas teniendo una cómoda conversación con tu padre sobre amor.

- Ya es tiempo de que sientes cabeza Venecia.

- Papá yo podría tener esta conversación con cualquier persona, menos contigo.

- Pero hija, yo he creído en ti todos estos años, he esperado en tu crecimiento; ya me estoy haciendo viejo y alguien se tiene que hacer cargo de la compañía.

- Para eso esta Aristóteles, él es quien se hará cargo de la compañía, no yo. Sabes que soy de acción.

- Hija -coloco su mano sobre mi pierna- eres mi única hija, siempre he puesto mis esperanzas más profundas en ti, en lo que quise para ti, pero tú terca me has llevado la contraria en todo.

- Padre, llevo 30 años haciendo lo que me place, ¿crees que ahora lo evitaras?

- Tengo que intentarlo hasta que deje de estar aquí. Y que tengas tú una buena estabilidad para Miranda. Es mi única nieta -él recostó su cabeza sobre el mueble- sé que los manganzones de mis hijos ya no procrearan a nadie más, y yo soy muy débil para no hacer nada evitando a mi pequeña Nezue le falte algo.

- Ay mi viejo -suspire- sabes bienmente que yo puedo trabajar para darle todo lo que le falte. Y lo que no le falte también, tengo dos manos bien puestas al igual que las piernas. -ambos soltamos una carcajada-

- ¿Como vas con eso?

- -suspire- estoy mejor, las consultas con el terapeuta han ayudado mucho, y ni se diga el apoyo diagonal bullying que recibo de Venezuela cada día. -sonreí- sin duda ella ha sido muy importante para mí en todo esto.

- Sabes que te apoyamos hija. Todos estamos contigo, ya han pasado muchos años. -se removió en el sofá- deberías intentar salir.

- Aun no me siento completamente lista para salir nuevamente. Estoy bien en casa. Con ustedes. Con mi hija. -aclare mi garganta- hablando de mi hija, tengo un par de cosas por hacer. -abracé de nuevo a papá y me perdí por las escaleras de nuevo a mi hogar-

La verdad no tenía nada que hacer, solo quería ir a casa y acostarme a dormir, al llegar reí tanto al ver la escena.

- Y así tío es como se aplica correctamente una mascarilla de aguacate.

- Genial Nezue, me encanta, ¿tu si dices que esto ayude?

- Por supuesto, te puedo decir todas las propiedades que tiene el aguacate.

- -el negó colocándose una rodaja de pepino en los ojos- así estoy bien pequeña -Miranda se percató de mi presencia-

- ¡¡¡¡Mamá!!!! Le estoy haciendo un tratamiento a mi tío. -ella corrió a mis brazos para colgarse de mi cuello y enredar sus piernas en mis caderas-

- Ya veo mi amor, que hermoso te ves Lucarillo -me burle-

- Debo cuidar mi imagen, alguien debe conseguir chicas por los dos.

- Mami, ¿tú quieres conseguir una chica? -su tono de voz fue tan tierno que morí de encanto, la besé-

- Y, ¿Qué luego salga mi temible y celópata hija para espantarla? No, no, no, así estoy bien cariño. -bese su mejilla nuevamente-

Nunca más estarás solaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora