||𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖉𝖎𝖊𝖟||
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<<𝙴𝚕 𝚑𝚎𝚛𝚖𝚊𝚗𝚘 𝚍𝚒𝚟𝚒𝚍𝚒𝚍𝚘 𝚎𝚗 𝚝𝚛𝚎𝚜>>
Muerto en vida.
Así es como se sentía ahora.
Sus entrañas se encogieron en malestar, la piel se templó con el gélido color de la leche, y las piernas le temblaron con desmedido terror: de no ser por la rendija en las escaleras éste habría caído con una dura sensación de bochorno y pánico. La doctora, aún más aterrorizada que el propio Argentina, colgó el teléfono en cuanto afirmó tremenda noticia, repleta de sorpresas y cuestiones inhumanas; como lo fueron los 8 muertos que conformaban el cementerio personal de Alejandra, y cuyo botín se habría de llenar en cuestión de días con cabezas de la misma sangre.
También hubo algo que la mujer no se quiso guardar en la línea, y es que en la investigación de los forenses todavía faltaba un cuerpo: el de un oficial de campo que justamente aquel día, se encontraba merodeando la rotonda del hospital. Si bien sus oídos se bloquearon a medio relato; supo automáticamente que había ocurrido con el cuerpo desaparecido del hombre, y de que habían servido sus vísceras.
Pronto, si no es que ahora, estaba seguro de lo que vendría a continuación. Conocía a Alejandra y a su habitual intelecto, que si no se tomaba con el mejor gusto este podría convertirse a un grado desmedido de demencia, o aún peor, podría confundirse con los tristes colores de la venganza. La conocía tan bien, que 4 años dentro de aquel reclusorio le sirvió para entender su faceta más áspera, sádica y gangosa posible. Tendía a arrancarse las uñas de un tirón, jalarse el pelo y morderse la comisura de los labios cuando ni siquiera los medicamentos la podían controlar: en todo caso ella se controlaba a su manera.
Recuerda también su voz rota, su temperamento, las piernas flacas y péndulas que sólo necesitaban de un tirón para tenderlas sobre el suelo ¿Y como no juzgarla? si era ella contra un mundo despegado de la realidad. Cada vez que la iba a visitar podía ver los restos de la Alejandra fuerte y frívola que alguna vez fue, a cada regreso veía lo que quedaba de ella; pedazos de mujer fracturada por la medicina y por el tiempo a su vez, indiferente y apática. Era más un menudo manojo de cabello y piel, en vez de un poderoso lirio blanco como la primera vez que la conoció.
---¡Argentina!--- la voz del venezolano se asomó por el borde del estribillo, se dirigía a él desde la oficina de Diestra. Supo pues, que tenía que controlarse si no sus nervios lo delatarían ante la corte egocéntrica de Rusia y España. ---¡Argentina!--- volvió a llamar su hermano con un atisbo de asombro, era Venezuela por primera vez llamándolo con desdén.
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𝕽𝖊𝖉 𝖎𝖘 𝖕𝖗𝖔𝖍𝖎𝖇𝖎𝖙𝖊𝖉 || Rusmex [✔COMPLETA✔]
Não FicçãoUna vez su padre le dijo: "-Quien tenga miedo a morir que no nazca-". _________________________________ Sólo una historia más de narrativa decadente y de la que posiblemente te enganches no por la expectativa de la trama sino por la irreconocible ex...