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||𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖑𝖑|| 

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No era sorpresa para nadie encontrar al dueño de la zona todavía en su cama

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No era sorpresa para nadie encontrar al dueño de la zona todavía en su cama. La mañana se le hacía eterna cada vez que dormía en Suiza, y de vez en cuando se despertaba temprano para cazar en los biomas del bosque. 

Mientras que el personal de la residencia ya empezaba el fandango en las habitaciones y terrazas; él seguía acostado en su habitación, con la resaca de una noche casquivana y botellas de alcohol encima de las estatuillas de la Unión. Muchos subordinados de la Diestra pasaban y retiraban a los desafortunados invitados de la habitación del jefe; ya estaban muy acostumbrados a ello, a correr en sábanas blancas a gente no deseada de la residencia de los Maslov. 

Afortunadamente no había nada que limpiar, ya que Rusia, como líder de la Diestra debe tener en cuenta que su vida no siempre se tratará de fornicación sin control, o fiestas turbulentas: sino que su trabajo va más allá del dinero y el poder. 

Va más allá incluso, de la potestad de su propia mano. De lo que él puede controlar. 

Los que empezaban desde la siete, sabían que al ruso le gustaba que le trajeran la correspondencia temprano: y para suerte de este, el director de la oficina había recibido a primera hora todas las confirmaciones de las mafias para asistir a la gala de esta noche, en el colosal Emporio. 

-——Señor, ¡Señor!... ¡Abran paso inútiles!——  gritaba aquel director, expresando toda su ira a los trabajadores del lugar. ——¡Señor!—— gritó por fin cuando llegó a la pieza en el último pasillo de la residencia. 

Para su sorpresa, Rusia ya se encontraba preparado y parloteando con las mucamas mientras se alisaba el pelo, esperando con ansias al director, y a aquellos bordeados sobres, que si bien, algunos podían venir acompañados de saludos cordiales para el ruso: no aportaban nada en lo absoluto. 

Sin embargo, había una que esperaba más que a las demás. 

——Hazlo pasar—— el director había tocado la puerta, y el soviético le indico a la criada que le abriera lo más pronto posible, sin hacerlo esperar. 

Con una enorme sonrisa, y vomitando entusiasmo hasta por los ojos, le dijo a su jefe: ——¡Señor!, ¡Todas las mafias aceptaron!—— gritó con opulencia ——¡La mafia napolitana, la colombiana, los Kamayi!..incluso la occidental, todos ellos señor han aceptado su invitación—— levantó los hombros con alborozo mientras le regalaba una noticia que para él era importante; sin embargo, al ver el rostro desinteresado del ruso pareció haberle arrebatado de un intento el entusiasmo que orgullosamente cargaba. 

——Dime algo que no sepa, Antón—— este regresó la mirada al espejo, acomodando su corbata. 

El viejo carraspeó incómodamente, y a pesar de que en gran parte la alegría se le haya ido en un suspiro: supo lo que le traería una sonrisa a su jefe. ——Bueno, no abrí toda la correspondencia señor. Dejé esta al final para que usted la abriera—— de su saco sacó un sobre más, menos pesado y más ligero que una hoja normal. Con ese reconocido sello escarlata. 

𝕽𝖊𝖉 𝖎𝖘 𝖕𝖗𝖔𝖍𝖎𝖇𝖎𝖙𝖊𝖉 || Rusmex [✔COMPLETA✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora