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Eran alrededor de las dos de la madrugada y Lyra se encontraba durmiendo, o al menos intentando, Regulus había tenido un asunto de último momento, por lo que prometió que volvería por ella en cuanto pudiera. No tuvo problemas con eso, sin embargo, a la hora de acomodarse, el yeso era un estorbo.
Cuando la calma al fin llegó a ella, tomándola en brazos, Morfeo decidió que ya era tiempo de llevarla.
Por otro lado, tanto Jasper como Edward se encontraban dentro de la habitación de Lyra, velando por ella con mucho cuidado, de vez en cuando Edward tenía que evitar que ella volteara del lado contra su yeso, mientras que Jasper se llevaba todo el dolor de Lyra y lo sustituía por calma.
No fue hasta las tres en punto cuando Lyra se levantó, aún con los ojos cerrados.
─── Sonambulismo.───le susurró Jasper a Edward, el cuál negó frunciendo el ceño.
Yendo directamente a su cuarto de baño, Lyra ingresó luego de que Edward le abriera la puerta rápidamente para evitar que su cabeza diera contra la puerta. Caminó hasta la tina, con Jasper y Edward detrás suyo.
─── Escucho un pensamiento, pero no es el suyo y tampoco es muy comprensible.───le susurró Edward ahora a Jasper.
Lyra subió por las escaleras de la tina y se mantuvo en el borde, mirando directamente a la pintura que danzaba en su mente. Edward y Jasper quedaron tiesos cuando Lyra abrió los ojos, manteniéndose fija en la pintura.
───¿Qué..───iba a preguntar.
─── Mamá.───le cortó Lyra.
Ambos miraron a la pintura, intentando buscar una falla y luego, para cuando quisieron mirar nuevamente a Lyra, ésta ya estaba cayendo de las escaleras, Edward alcanzó a tomarla rápidamente, mientras que Jasper la calmó y relajó, evitando así que despierte, o eso intentó, ya que no consiguió que la menor se calmara. Jasper frunció el ceño cuando vió como Lyra se acomodó en los brazos de Edward.
También se indignó porque no pudo calmar sus emociones como quiso y en lugar de eso, Edward lo hizo sin problemas.
─── Debemos dejarla en su cama de nuevo.───ordenó el rubio volteando la mirada.
Edward rió suavemente.
─── Tus celos son enfermizos.───se burló.
─── Yo no le leo la mente a cada sujeto que se acerca a ella.───contradijo el rubio sonriendo.
Edward se rió también.
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Observó su auto, debía admitirlo, no estaba en su mejor condición y para colmo, aún si lo estuviera, no podría manejar con una sola mano, o sea, si podía, pero no era legal y harían un escándalo al verla. Sin embargo, el sonido de un viejo motor hizo que saliera de sus pensamientos para voltear a ver al Pick–Up viejo y anaranjado de Bella.
