Recuerdos.

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Naruko- Volví.

Con una grande sonrisa la rubia siguió caminando hacia la oscura jaula, que parecía estarse volviendo aún más hostil y, al dar solo unos pasos al frente, la bestia se levantó  en un momento. Rompió las dos grandes puertas que le retenían los brazos y su guardia subió, llegando a mostrar sus garras y colmillos.

— Un paso más y . . .— amenazó la bestia.

naruko- ¿y que?

—. . . Tu misma quisiste irte ¿Por qué vuelves? — Evadió la voz ahora algo dolida, pero aún muy terrorífica.

naruko- nunca me fui de aquí. Yo. . . solo quería olvidar que había hecho y. . . ¡funcionó! ¿cierto?

— Olvidarlo no significa nada —.

naruko- significa mucho para mi, lo hice porque no puedo depender de ti siempre, ¡tampoco podía seguir el curso que llevaba!

— Te obligaste a seguir uno incluso peor— dijo con un pequeño tono burlón.

naruko- . . . No vuelvas a mofarte de mis acciones, yo lo deje en claro.

—Si, muy claro— Un pequeño gruñido salió a flote en el comentario.

naruko- Kurama, sigues molesto lo sé, pero. . . ¿en serio tenías que dejarme sufrir así?

—No responderé a mis acciones, lo dejé en claro cuando te fuiste— respondió.

naruko- Creo que tenemos que conversar, déjate de juegos y siéntate.

—. . . No— respondió firme.

La figura ahora imponente retrocedió unos pasos y pateó el suelo un par de veces en señal de advertencia, no la dejaría seguir, es más, no la dejaría salir.

naruko- ¡Kurama! ¡Ni lo intentes!

La rubia gritó las palabras con fuerza para ser escuchada, pero el zorro seguía en la misma posición y desprendía  decisión, sin embargo, no tenía intenciones reales de asesinar, y ella lo sabía. 

naruko- Kurama, solo recuerda como término nuestra última pelea. . .

Hace unos años atrás, en prácticamente las mismas condiciones, la rubia y la gran bestia ya habían batallado.

—Después de eso. . .— Kurama por fin se relajó y pareció recordar.

naruko- después de eso me borraron la memoria.

—. . . Niña. . .—.

La rubia se puso en marcha de nuevo y corrió dentro de las grandes jaulas, hasta llegar a las garras de la gran bestia, quién en cuanto la tuvo cerca se tumbó.

naruko- Kurama. . . Lo siento.

Naruko acercó su brazo al gran pelaje de aquella figura y la acarició, con una expresión de dolor, pero sin poder llorar.

naruko- no tengo fuerzas para abrazarte. . .

—No tienes que hacerlo. . .—.

naruko- pero. . . quiero hacerlo. . . (fruncir ceño) yo. . . ¿puedo hacerlo?

La mano grande y peluda de la bestia se alzó, abrazó y recogió a la pequeña rubia,  ella no se movió mientras la cargaba hasta su lomo. Y casi de inmediato se arrodilló en ese peludo espacio y lo acarició.

 Y casi de inmediato se arrodilló en ese peludo espacio y lo acarició

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Naruko y solo NarukoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora