Usura se levantó de golpe y corrió hacia Kael, al igual que Enok. Kael temblaba desde las orejas hasta la punta de la cola. Seguía vomitando en uno de los espasmos la herida que tenía en el lateral se le abrió, comenzando a sangrar. Enok se dio cuenta enseguida.
-¡Llamar a un médico, a Mender! -Gritó Enok.
-Los médicos del ejercito se han ido hoy a comer a la ciudad, no hay ninguno. -Entonces se levantó de golpe Niam.
-Yo estudié algo de medicina antes de venir al ejercito. -Dijo arrodillándose ante Kael, que temblaba. La miró de reojo e intentó decir algo pero solo balbuceó, sin llegar a decir nada. Enok y Usura se miraron y asintieron a la vez.
-Ve a la Enfermería y prepara las cosas. -Usura le arrancó la camiseta a Kael. Este sacudió la cola, gruñendo. Enok pidió ayuda de Vikens y un leopardo llamado Necrom para llevarlo a la Enfermería. Kael estaba temblando, a penas podía moverse. Cerró los ojos sintiendo como lo levantaban del suelo. Cada vez que abría y cerraba los ojos iba por un lugar distinto. Seguía sangrando y estaba pálido. Intentó rugir y le salió algo parecido a un maullido. Kael abría y cerraba los ojos en lo que parecía una eternidad, ya que miraba y veía el cielo azul del campamento, los cerraba y cuando volvía a abrirlos veía un techo blanco. Kael apenas podía distinguir las voces alarmadas de sus compañeros. Arrastraba la cola y notaba la boca seca. Algo helado tocó su espalda, la camilla. Kael giró lentamente la cabeza y vio a Niam con una jeringuilla. El tigre abrió de golpe los ojos asustado ya que odiaba las agujas, intentó moverse pero un dolor atroz en el costado se lo impidió. Niam le inyectó la anestesia y Kael lentamente perdió el conocimiento.
Cuando abría los ojos, un par de horas después ya que los de su raza se recuperaban antes, escuchó algo de veneno en las zarpas de un lobo.
-Debió ser eso, Kael intentó hacerse el fuerte, pero el lobo le había arañado. -Concluyó una voz.
-Agh, a veces se mete en muchos líos por ser tan orgulloso. ¿El veneno avanzó mucho? -Kael no pudo escuchar la respuesta ya que ambas mujeres lo miraban preocupadas al ver que había despertado. Kael intentó incorporarse pero una de ellas, la más blanca, Katrina, no le dejó.
-Descansa, tigre. Te va a quedar una bonita cicatriz. -Dijo arrugando la nariz. La otra chica era Usura.
-Agua. -Bufó el hombre.
-Vaya, acabo de salvarte la vida y ya estás dando ordenes. -Dijo una jovencita desde la puerta. Kael giró la cabeza y vio a Niam. Ronroneó al verla, divertido con una sonrisa digna de un potente sedante. Niam se acercó y le bajó la sábana.
-Hey, hay mucho público como para que me andes desnudando -Gruñó él riéndose.
-Seguro que es así borracho -Dijo Katrina al oído de Usura y ambas empezaron a reír. Kael se tomó una pastilla para mitigar el dolor y se bebió el vaso de agua como si no hubiera bebido en días. Poco a poco pudo sentarse en la cama y llevarse las manos a la cabeza, pasándoselas por la cabeza y orejas.
-¿Qué ha pasado? -Preguntó él confuso, no se acordaba de nada.
-Pues, básicamente no nos contaste que el lobo te había dado un zarpazo, sus uñas tenían un potente veneno y casi te mata. Al final Niam a conseguido extraer casi todo el veneno, pero el que queda no es peligroso, si sigues haciendo deporte como lo haces lo expulsarás sudando. -Miró a la joven agradecida.- Dale las gracias, Don Gruñón. -A regañadientes accedió.
-Gracias, ehm.. Sargento Niam por salvarme la vida -Murmuró el rascándose tras la oreja. -Ella sonrió a modo de respuesta y se acercó a quitarle la venda. Todas se quedaron mirando el perfecto cuerpo de Kael. El aludido tosió y las tres se coloraron. Kael, orgulloso comenzó a reír. Niam le dio un toquecito en la herida y Kael bufó pegando las orejas al cráneo.
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Lágrimas de sangre ©
Dla nastolatkówUn mundo. Varias especies. Una guerra. Un secreto.