-Eres muy parecido a tu padre a tu edad -.
Esa fue la primera frase que salieron de sus labios después de un profundo silencio, recorriendo el rostro pulcro del más pequeño.
Marte, hizo un gesto con su mano para dejarles pasar hacia el salón principal, para sentarse a hablar tranquilamente.
Aries espero a que Acuario se moviera para seguirle de cerca.
La habitación era muy acogedora, unas pequeñas luces aún permanecían en un rincón, alumbrando levemente el camino a las sillas de madera en medio del cuarto. La madera fue trabajada finamente para verse muy rústica. Las ventanas ya estaban cerradas y el silencio era profundo.
Cada uno tomó asiento, siendo Marte la cabecera.
- ¿Y bien? Tengo mucho tiempo para escuchar lo que tengas que decir-.
- Yo... -. Acuario balbuceó -Le contaré lo que padre me decía con respecto al CBM y el oráculo -.
~°~
Un golpe pesado le hizo despertarse bruscamente. La persona a su lado se movió entre sueños, encogiendo su cuerpo debajo de la cobija pesada.
Acuario, intentando ser lo más sigilosamente posible, dejó a su hermano en la cama, durmiente, mientras él iba a buscar el culpable del sonido.
Para ese entonces, Acuario tenía sus pocos 12 años, y Virgo, recién sus cumplidos 10 años.
Empujó su puerta despacio, caminando a tientas entre la profunda noche que cubría el interior de su casa.
Sus piecitos descalzos sentían el frío piso de roca lisa, mientras sus pequeñas manos tocaban a tientas levemente la pared. Se detuvo súbitamente al escuchar presurosos pasos pasar frente a su casa, en dirección de la carpa de reuniones principal.
Su curiosidad era grande. Así que, a grandes pasos, llegó a la puerta principal para abrirla despacito, saliendo sin problemas.
La luna grande por sobre su cabeza le brindó la luz suficiente para seguir el camino por donde aquellas presurosas pisadas pasaron hace un momento. Guiándole efectivamente, hacia la carpa principal del cual, una leve luz amarilla se filtraba por debajo de la pesada tela, y sombras pasaban silenciosas a través de ella, demostrando que, había una reunión nocturna.
Agudizó levemente sus oídos para escuchar la conversación conforme caminaba despacio, para no hacer ruido.
Leves susurros era lo único que podía identificar, no entendía nada de lo que hablaban.
Esos susurros cada vez se hacían más fuertes hasta que, de un pronto a otro se callaron.
Hubo tres segundos en donde Acuario no respiró.
-Acuario -.
La débil voz dulce de su padre se escuchó en medio del incómodo silencio. Había sido descubierto.
Suspirando, avanzó a grandes pasos para, costosamente, empujar la pesada tela de la puerta principal.
Su padre se encontraba de pie, en medio de cuatro hombres vestidos de pieles oscuras, cada uno cargando un bolso verduzco otros dos tenían en sus manos dos cajas de madera pequeñas, rebosante de plantas medicinales utilizadas en la elaboración de medicamento.
Acuario ignoró las miradas cansadas de los hombres que rodeaban a su padre y corrió a sus brazos al ver que los abrió cálidos hacia él.
-Señor... -.