-¿Leo no ha querido salir? -.
Sagitario habló hacia Capricornio, quién junto a Géminis, preparaban algo para la cena.
-Lleva ahí todo el día de ayer, y hoy intenté entrar y tenía cerrado -.
-¿Al menos se escucha? -.
Sagitario volvió a preguntar.
-¿Quién? -.
Virgo venía saliendo del cuarto del castaño rojizo, acomodando su ropa.
-Leo. No ha salido de la habitación -.
Respondió Sagitario, observando a su primo, se sentía preocupado.
-Su olor está ahí, así que lo está... -.
Respondió el de ojos rojizos, volteando su rostro a la puerta correspondiente al alfa mayor.
Tauro, entrando en la casa, y escuchando levemente lo que aquellos decían, habló.
-El olor del pequeño se acentuó un poco desde ayer... -.
Géminis le volteó a ver sorprendido.
-¿Cuándo le llegaba su celo? -.
La preocupación saltó en el rostro de los cuatro omegas mientras sus miradas se paseaban ansiosas entre ellos.
-Si está cerca, aún más es motivo para no acercarnos. Por ahora, como todos los demás están en sus respectivas misiones, y yo estoy de cuidador, no nos podemos acercar hasta que haya acabado-.
Capricornio preguntó.
- ¿No hay manera de abrir la puerta? -.
-No, y si la forzara, estaría en problemas. Lleva tiempo en la habitación así que, probablemente este llena del olor del niño. Soy fuerte con respecto a las feromonas, pero, si son muy concentradas no creo poder aguantarlo -.
Habló sinceramente Tauro, rascando su nuca.
Sabía que Aries cuidaría muy bien de Acuario, más se sentía mal sabiendo que no lo vería hasta entrada la noche.
Virgo suspiró ligeramente.
-Sagi, ven conmigo -.
Sagitario se colocó en pie y le siguió de cerca, saliendo por la puerta principal.
Tauro estiró su cuello al verlos salir en camino a la otra cabaña siguiendo los cordeles rojos.
- ¿A dónde van? -.
Preguntó.
- Buscaré su medicina -.
Respondió el de ojos rojizos, tomando la mano de su primo.
En la oscuridad, la cabaña de madero oscuro apenas se observaba por los leves hilos de luz de la luna que se filtran entre el enorme follaje de los amplios árboles por sobre sus cabezas.
La puerta cerrada se abrió con un chirrido profundo, y la tenue luz verde del reloj de pulsera iluminó su camino hacia las velas en la mesa principal.
- Buscaremos los supresores de Leo, ¿verdad? -.
Sagitario pensaba un poco en que Virgo estaba quizá demasiado callado con lo de Leo.
- Sagi, ¿recuerdas bien las enseñanzas del maestro Lesath ? -.
Al entrar al cuarto principal, la enorme cama tenía sus cobijas revueltas, los alfas habían dormido la noche anterior en esa cabaña.
- Algo... -.
Respondió sinceramente.
- Leo ha entrado a sus 20, es cuando sus sentidos llegan al tope y es posible reconocer a su mate con una mirada. ¿Y sabes bien que hay una enfermedad de cuando un alfa no reconoce a su omega, no? -.