—¡Acuario, bienvenido! Disculpa por no poder atenderte en casa ayer, tuve varios inconvenientes con algunos pacientes... -.
—No se preocupe, tampoco es que estoy realmente enfermo... -.
El albino tomó asiento en la silla metálica desgastada frente al escritorio del doctor de quizá unos sesenta años, se podía notar en sus cabellos cortos blancos y por su poca estirada piel.
— Aun así, es bastante importante revisar tu salud. Virgo me contó de que los supresores no hicieron su efecto... ¿Es cierto? -.comenzó a revolver papeles, buscando el expediente que solo él manejaba, era su doctor particular.
—Si, pero, creo que tal vez me tomé las pastillas antes... Por eso no surtieron efecto... -.miró hacia las paredes, viendo los mismos viejos carteles de salud tanto para betas, como para alfas y omegas.
— Eso no tiene nada que ver, el efecto permanece todo un día completo, no debería no hacer efecto... Quizá debería hacerte un par de exámenes pero, lo más seguro es que tendré que subir la dosis... Y ya sabes que cuatro pastillas es el límite... No se puede dar más... -.le miró de reojo.
—Pero ... -.
—Acuario, yo te recomendaría ser marcado antes de tu próximo celo... Sabemos que tu periodo de reproducción es muy irregular, pero siempre es demasiado fuerte para ti. Son pocos los omega que tienen este problema, tú eres uno de ellos. Tu cuerpo segrega más hormonas de las que necesitas y cada vez aumentan más... Por ahora y lo que creo que sería lo mejor es, buscar pareja -.
— Doc, yo no... -.
Estaba nervioso, no quería saber nada sobre parejas y ellos, los únicos que quedaron de la manada de lobos blancos, son como un secreto. Nadie sabe de su existencia.
Ahora, los albinos son ya normales, así que, pasar por un lobo gris anormal era lo que hacían usualmente.
Los genes de los lobos blancos solían ser completamente diferente, y aunque, un alfa u omega fueran de otra clase de lobos, siempre era más fuerte el gen de los blancos, así fue como Acuario nació. Hijo de un alfa blanco y de una omega gris.
Aún así, los lobos blancos tenían ciertos rasgos que les hacías diferenciar del resto de lobos.
— Es lo mejor. Cuando seas marcado, tus hormonas se acomodarán y así, se regularán, de paso, ayudamos a tu hermano también. Él solo toma dos supresores pero, gracias a la influencia de tus hormonas, hacen que su periodo sea igual de irregular... -.
— Eso es algo que no comprendo, Doc... ¿Por qué nuestro celo siempre es el mismo día? Si yo soy el del problema de hormonas... -.rascó su cabeza, sintiendo una punzada de dolor en su cabeza.
—Es porque ustedes siempre pasan juntos, eres el mayor también, así que, al tener problemas de hormonas es como si, le pasaras de esas hormonas a tu hermano, logrando que tenga el mismo día de celo que el tuyo. No solo ocurre con ustedes, es usual en familias donde tengan dos o más hermanos omegas... -.apuntó un par de cosas en una hoja vacía del expediente.
—Ya veo... -.
Bajó su vista al suelo, específicamente a sus tenis blancas levemente sucias por venir caminando desde su casa hasta el hospital.
Pensaba en todo y a la vez en nada.
—¿Tienes tiempo para un par de exámenes? -.
[...]
—Ya sabía yo... -.
Soltó en un leve susurro mientras veía la hoja en sus manos, acercándose a una farmacia mientras mostraba su identificación para marcar el cambio de venta en supresores.