En plena noche, donde la oscuridad se tragaba todo a la vista donde los rayos dorados del sol alcanzaban, un chico de cabellos grises tan claros, que sus cabellos al contraste con la luz parecían transparentes, corría sin destino alguno. Su aliento agitado se podía percibir como un débil vaho blanco por el frío que estaba el ambiente.
Era perseguido por cinco chicos que gruñían y le gritaban que se detuviera, aunque él jamás lo haría.
Estuvo poco tiempo en ese pequeño grupo de alfas. El que parecía el líder era un zorro rojo de gran tamaño, le llamaba un poco la atención, aunque, siendo quién era, probablemente hubiera pasado algo. Aun así, buscaba otra cosa, por eso ingresó y por eso mismo, ocultó quién era.
Nunca pensó que se darían cuenta, pero, su celo le había traicionado. Los supresores que tomó antes de ir a reunirse no habían hecho nada, liberando las feromonas justo al tocar la mano del otro para saludar.
El leve cosquilleo en su estómago se iba volviendo más fuerte y sus piernas ya casi no respondían, no quería quedar a la merced de aquellos alfas que prometieron tomarlo de manera violenta si le atrapaban.
No hace mucho, justo cuando comenzó la persecución que llamó a su medio hermano, pero, aún no aparecía y comenzaba a sentir temor de ser atrapado.
Sin percatarse, llegó al parque de la ciudad, dónde usualmente, la banda de tejones hacia de las suyas. Cabía acotar que, estos son aún más rápidos que los zorros y gatos montés que eran el resto.
Su cuerpo se movió solo, tratando de tomar otro camino, no quería más alfas tras él aunque, su omega interno le gritara a grandes voces que se dejará hacer, que les gustaría.
Ignoró a su voz todo lo que podía mientras intentaba retomar el camino, pero al momento, una motocicleta verde neón le cerró el camino.
Sintió sus piernas derretirse hasta que observo quién era el que estaba bajo el casco negro, su salvación.
— Acuario, ¿Dónde demonios te metiste?... Ese olor... -.
— E..es mi celo, acaba de llegar... -.
Agachó su cabeza aguantando el mareo, náuseas y la voz de su cabeza alegando por devolverse, de ser un aguafiestas.
— ¡Allá está! -.
La voz al fondo del lugar les hizo voltear. Acuario dio un leve respingo al escuchar la voz de aquel alfa, temblando de más sus piernas.
— Vi...Virgo... Vámonos... -.
Se subió lo más rápido que pudo, no contó con que la banda que le perseguía se transformara para intentar alcanzarlo.
— ¡¿Qué hiciste esta vez?! -.arrancó de manera acelerada metiéndose en el parque.
— ¡Po..por aquí no, la banda de tejones.... ! -.
Fue a cámara lenta, lo que vieron cerca del quiosco en medio del parque.
Seis enormes lobos grises, castaños, negros y rojos estaban sobre lo que parecía, ocho cadáveres de tejones. Uno de ellos, el castaño de penetrantes ojos azules cielo, quién mantenía el cuello de un tejón en su bocaza con fiereza, miró atentamente y de manera fija a sus ojos, hundiéndose en ese profundo mar cristalino y brillante que poseía aquel animal.