—¿Cómo van las cosas en tu clan? -.
Ambos muchachos de aproximados 24 años caminaban a paso lento, ingresando al bosque que solía manejar el clan del castaño rojizo. Su melena estaba pulcramente peinada hacia atrás, sus puntas se rizaban pasando por la parte posterior de su cuello. El pelinegro un poco más alto que él, observó a la lejanía, pensante.
—Aburrido. Padre cree que debo aprender correctamente a cazar -.
—Pero eso ya lo haces bien -.
Sus ojos se encontraron, unos verdes esmeralda profundos frente a unos grises metálicos claros.
—Sí, pero padre no lo cree, Ceres -.
—Al menos padre no es tan malo, madre suele ser demasiado injusta con hermana, tengo que estar cuidando de ella siempre... -.
Suspiró con pesadez, bajando su rostro hasta el suelo.
—Y, ¿cómo ha estado? Hace mucho que no le veo... -.preguntó cabizbajo, con una cierta sonrisa en el rostro.
—Bien, a veces se pone triste... Mamá no acepta todavía que seas su mate -.sonrió con gracia —Pero ella ya decidió ir tras de ti -.su gran mano derecha fue a dar a la espalda de su amigo pelinegro —Tú ya eres mi cuñado, Marte -.
Ambos sonrieron cómplices.
Aquel pelinegro perteneciente al clan más importante de lobos, jamás se había llevado tan bien con aquel pelirrojo de nombre femenino que siempre se veía tan ridículo. Ahora, después de cierta revelación al apenas cumplir sus veinte, supo que debía llevarse mejor con él.
Precisamente, el día de su cumpleaños, se llevó a cabo una pequeña reunión donde todos los jóvenes pertenecientes a ciertos clanes llegaron para celebrarlo con él. Lo que no sabía era que ese mismo día tendría gran sorpresa del destino.
Desde la lejanía, un suave y delicioso aroma a sándalo tan frío que era una brisa refrescante contrastaba con el montón de aromas que tenía la multitud. Y después de eso, solo recuerda haber visto una prominente melena roja en ondas sueltas que tenía un espectacular brillo bajo la luz del sol.
Era realmente extraño. En ese lapso de tiempo, le fue imposible apartar sus ojos de la espalda de aquella chica, era como si el tiempo se hubiera detenido. Un momento realmente mágico.
Su Alfa interno gritaba por acercarse a ella, la fiesta ya no le importaba en lo más mínimo.
Accediendo al llamado de su interior, se mezcló entre la gente llegando hacia ella que, sin siquiera tocarla, se volteó.
Su rostro era hermoso, con unos hermosos ojos almendra a degradación verde en sus bordes, unos labios igual de rojos y jugosos que un melocotón, y de piel morena, al igual que el azúcar tostado, lisa y suave.
Sin decir nada, hablaron de todo por sus ojos, que se conectaron de inmediato. Su nombre era Venus.
En el tiempo libre que tenía, él iba a visitarla siempre al clan DeepForest, se había convertido en su segundo hogar, y bueno, en este momento se encontraba vagando por el lugar con su cuñado, esperando a que Venus al fin terminara sus clases de caza.
Todo era realmente muy bonito, no tenía nada de que quejarse. Más, su padre, estaba muy preocupado con los problemas de la tribu cabeza del norte.
La jerarquía lobezna se dividía en cuatro grandes reinos. Tres de ellos tenían más de un clan en su territorio, sólo uno de estos territorios tenía un único clan, en la parte más enigmática y peligrosa del gran bosque azul del este, el clan MoonWhite.