|1| No puedo apartar los ojos de ti ✔

Capítulo 150: Rufián

"Vaya, sabes bastante, estoy impresionada". Jiang Yao miró a Moe con una sonrisa ambigua. "¿Estabas allí hace un momento?"

Moe puso los ojos en blanco. Después de que Jiang Yao y las chicas salieron esa mañana, él salió y deambuló tranquilamente por el campus. Estaba seguro de que estaba más familiarizado con cada rincón del campus que Jiang Yao.

Sin embargo, un pensamiento cruzó por la mente de Jiang Yao después del recordatorio de Moe. Zhou Weiqi no condujo su automóvil desde Jindo. Tenía amigos en la ciudad de Nanjiang, por lo que probablemente había pedido prestado el automóvil de su amigo, ya que la matrícula del automóvil era de la ciudad de Nanjiang.

Si la familia Zhang siguió el ejemplo de la matrícula y encontró al amigo de Zhou Weiqi, que era una persona diferente a la de la foto, asumió que terminarían su investigación allí mismo. No se meterían con el amigo de Zhou Weiqi por frustración como idiotas, ¿verdad?

"De todos modos, ten cuidado", dijo Moe después de no recibir ninguna respuesta de Jiang Yao. Se subió al regazo de Wen Xuehui, maulló adorablemente y cayó en un abrazo acogedor y confortable.

Jiang Yao arqueó las cejas. Ella arrojó los asuntos de la familia Zhang por la ventana. En cambio, pensó en Lu Xingzhi, preguntándose cómo reaccionaría a su mensaje esta mañana.

Recuperó su teléfono y no se sorprendió al ver una notificación de un nuevo mensaje entrante.

El mensaje de texto se envió a la hora del almuerzo. Jiang Yao lo abrió con entusiasmo y se rió entre dientes después de leerlo.

No seas quisquillosa, recuerda comer bien. Si descubro que estás adelgazando, te voy a castigar .'- De: Mi esposo.

Mientras leía el mensaje una y otra vez, Jiang Yao se dio cuenta de que Lu Xingzhi estaba callado y reservado en persona pero muy hablador en los mensajes de texto, al igual que el testamento que le había dejado en la vida anterior. Mientras estaba vivo, probablemente nunca diría esas palabras en voz alta hasta el día de su muerte.

Lu Xingzhi no era bueno para expresar sus emociones verbal o físicamente, pero eso no significaba que fuera un hombre aburrido y sin entusiasmo. Al contrario, tenía un corazón de oro con una mente cautelosa. Sus mensajes, sin importar cuán cortos fueran, podrían calentar el corazón de Jiang Yao al instante. Su consideración y amor se ilustraron vibrantemente en sus líneas de palabras.

"¿Castigame?" Jiang Yao sonrió y procedió a responder a su mensaje.

'Maestro Lu, ¿qué tipo de castigo planeas imponerme? ¿Cien flexiones? ¿20 km de carrera? ¿Estás dispuesto a verme exhausta?'

Hizo clic en el botón de enviar y esperó alegremente su respuesta.

Mientras tanto, en la base del ejército, Lu Xingzhi estaba en la oficina mientras su líder hablaba con otra persona. Al escuchar el pitido de la notificación de su teléfono, sacó su teléfono sin pensarlo mucho. La única persona en el mundo que le envió mensajes sería Jiang Yao.

Tan pronto como hizo clic en el mensaje y vio las dos primeras palabras, 'Maestro Lu', se divirtió. Estaba demasiado familiarizado con la dirección, ya que así era como casi todos se dirigían a él cuando no estaba en la base.

Sin embargo, cuando Jiang Yao se dirigió a él así, Lu Xingzhi sonrió con elegancia, imaginando qué tipo de tono estaba usando Jiang Yao para dirigirse a él, o qué tipo de actitud tenía Jiang Yao cuando lo llamó 'Maestro Lu'.

¿Lagartijas? ¿Correr? Éstos eran los castigos habituales que aplicaba a sus tropas y, por supuesto, no castigaría a su querida esposa de una manera tan dura.

Sus dedos se cernieron sobre el teclado. Después de pensarlo, rápidamente escribió un mensaje y lo envió. Después de recibir la notificación de que el mensaje se envió con éxito, apretó su teléfono con nerviosismo, mirando con impaciencia el acalorado debate que tenía lugar frente a él.

Se preguntó si Jiang Yao se enojaría cuando leyera el mensaje. ¿Pensaría ella que él ...

¡Maldita sea!

Cuando sonó el teléfono, Jiang Yao rápidamente hizo clic en el mensaje para leerlo y, casi de inmediato, tiró el teléfono como si se quemara las manos.

'Lu Xingzhi, tú ...

¡Eres un rufián! ¡Eres un matón!