Con el viento primaveral, llegaba el temor de que las aguas del río Dniéper podrían estar contaminadas de radiación. Era muy difícil entender lo que eso podía significar, tanto como digerir la magnitud de la catástrofe. Poco a poco en Prípia, familias enteras empezaron el éxodo de dejar sus hogares por un lugar más seguro y lo más lejos posible de Chenóbil. Aunque la familia de Demyan se encontraban a más de 900 kilómetros del hecatombe, con tal incertidumbre, temían que también el agua del pozo que tenían pudiera sufrir el mismo efecto que el río.