Oxígeno

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El custodio llegó corriendo a mi oficina y, jadeando, me informó que la chica se había  desmayado.
Salimos los dos al unísono chocando en el marco de la puerta. Él se hizo a un lado y se cuadró. No me detuve a poner los ojos en blanco ante semejante idiotez y bajamos al calabozo donde se encontraba nuestra huésped.
No se me ocurrió que esto pasaría. Pero, ante su aspecto, debí prever que había una posibilidad de que no aguantara el encierro, me dije, luego de dar instrucciones para que la sacaran del calabozo y la llevaran a la enfermería.

MICROreflejos-2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora