"...Alguien que está a punto de morir,
no llora por los demás muertos..."
Pov San
Llegué a casa de Yuta con la cabeza a punto de explotar.
Estaba estancado, sin pistas para seguir y dar mi próximo paso.
Me di una ducha para intentar relajarme y cambiar los vendajes, pero almirar el fondo de la bañera y ver como el agua caía llena de sangre supe que las cosas no iban muy bien.
Mi amigo entró a la habitación y se quedó congelado mirándome, con mis heridas al descubierto, observándome en el espejo.
-Vamos al hospital a que te revisen y curen bien- me ordenó en un tono que no aceptaba ni una queja.
Apenas me puse una camiseta y me dirigí al coche donde ya me esperaba Yuta en el asiento del conductor.
Llegamos una media hora después al hospital veterinario donde estaba el médico que me había atendido antes.
-Señor Choi, le dije que tenía que reposar un mes, esto no curará así- dijo el doctor serio mirándome.
-Solo cúreme y póngame el vendaje, nada más- le ordené sin querer escucharlo más.
Yuta en ese momento intervino en la conversación ignorando la mala cara que le hice.
-¿Cómo lo ve doctor?- preguntó preocupado.
El doctor arrugó el entrecejo y con la mano rascándose la barbilla respondió: -si no se queda ingresado ahora con reposo y suero, en unos días morirá-.
Mi amigo quedó pálido ante esa respuesta y yo miré al suelo intentando ignorar lo que había dicho.
El silencio invadió aquella habitación mientras el médico acababa de hacer su trabajo y Yuta fumaba afuera.
Yo solo pensaba en todo lo que había pasado.
Imaginaba el miedo de Wooyoung y sus lágrimas al ser golpeado.
Soñaba con verle reír dándome la noticia de que se iría a Estados Unidos a estudiar.
Le daba vueltas a su imagen sentado en mi regazo dándole el primer beso, sintiéndole respirar sobre mis labios.
Estaba herido y estas herias dolían como el infierno, pero nada se comparaba al terrible dolor que tenía en el corazón.
Mi pequeño, vendido por su propio padre, traicionado por la persona que más debería protegerlo... aún me costaba creerlo.
Él quería un perro para no estar solo cuando yo me vaya y ahora era yo quien tendría que cuidar el perro, porque él ya no está.
Se había ido, dejando su sueño de ser bailarín colgado en un armario.
Yo me estaba muriendo y más que preocuparme realmente eso me consolaba.
Saber que cuando acabara mi venganza me encontraría con él, con mi niño que estaba seguro estaría esperándome.
El toque en el hombro del médico me hizo reaccionar.
Le di las gracias y nos fuimos al coche.
En cuanto nos sentamos Yuta habló:
-San, deberías quedarte aquí, hacer lo que dice médico y cuando estés bien sigues tu venganza-
-Yuta, no lo entiendes, en un mes ese hijo de puta y todos sus secuaces estarán como mínimo viviendo en otro continente, no pararé ahora- solté enojado.
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My Cold Revenge Woosan Sanwoo
Fiksi PenggemarPrimera regla de un guardaespaldas: nunca, pero nunca, te enamores de tu protegido... En América cada 60 minutos es secuestrada una persona... El 80 % de las victimas no sobrevive...