Harry y Ron se acercaron a toda prisa. Lockhart se quedó atrás, con una mirada de profundo terror en el rostro.
Parecía un lavabo normal.Examinaron cada centímetro de su superficie, por dentro y por fuera, incluyendo las cañerías de debajo. Y entonces Harry lo vio: había una diminuta serpiente grabada en un lado de uno de los grifos de cobre.
—Ese grifo no ha funcionado nunca —dijo Myrtle con alegría, cuando intentaron accionarlo.
—Harry —dijo Ron—, di algo. Algo en lengua pársel.
—Pero... —Harry hizo un esfuerzo. Las únicas ocasiones en que había
logrado hablar en lengua pársel estaba delante de una verdadera serpiente. Se
concentró en la diminuta figura, intentando imaginar que era una serpiente de
verdad.—Ábrete —dijo.
Miró a Ron, que negaba con la cabeza.
—Lo has dicho en nuestra lengua —explicó.
Harry volvió a mirar a la serpiente, intentando imaginarse que estaba viva.
Al mover la cabeza, la luz de la vela producía la sensación de que la serpiente se movía.
—Ábrete —repitió.
Pero ya no había pronunciado palabras, sino que había salido de él un
extraño silbido, y de repente el grifo brilló con una luz blanca y comenzó a girar.
Al cabo de un segundo, el lavabo empezó a moverse. El lavabo, de hecho, se hundió, desapareció, dejando a la vista una tubería grande, lo bastante ancha para meter un hombre dentro.Harry oyó que Ron exhalaba un grito ahogado y levantó la vista. Estaba planeando qué era lo que había que hacer.
—Bajaré por él —dijo.
No podía echarse atrás, ahora que habían encontrado la entrada de la cámara. No podía desistir si existía la más ligera, la más remota posibilidad de que Ginny estuviera viva.
—Yo también —dijo Ron.
Hubo una pausa.—Bien, creo que no os hago falta —dijo Lockhart, con una reminiscencia de su antigua sonrisa—. Así que me... Puso la mano en el pomo de la puerta, pero tanto Ron como Harry lo apuntaron con sus varitas.
—Usted bajará delante —gruñó Ron.
Con la cara completamente blanca y desprovisto de varita, Lockhart se
acercó a la abertura.—Muchachos —dijo con voz débil—, muchachos, ¿de qué va a servir?
Harry le pegó en la espalda con su varita. Lockhart metió las piernas en la tubería.
—No creo realmente... —empezó a decir, pero Ron le dio un empujón, y se
hundió tubería abajo. Harry se apresuró a seguirlo. Se metió en la tubería y se
dejó caer.Era como tirarse por un tobogán interminable, viscoso y oscuro. Podía ver
otras tuberías que surgían como ramas en todas las direcciones, pero ninguna
era tan larga como aquella por la que iban, que se curvaba y retorcía, descendiendo súbitamente. Calculaba que ya estaban por debajo incluso de las
mazmorras del castillo.Detrás de él podía oír a Ron, que hacía un ruido sordo
al doblar las curvas.
Y entonces, cuando se empezaba a preguntar qué sucedería cuando
llegara al final, la tubería tomó una dirección horizontal, y él cayó del extremo del tubo al húmedo suelo de un oscuro túnel de piedra, lo bastante alto para poder estar de pie. Lockhart se estaba incorporando un poco más allá, cubierto
de barro y blanco como un fantasma. Harry se hizo a un lado y Ron salió
también del tubo como una bala.—Debemos encontrarnos a kilómetros de distancia del colegio —dijo Harry, y su voz resonaba en el negro túnel.
—Y debajo del lago, quizá —dijo Ron, afinando la vista para vislumbrar los
muros negruzcos y llenos de barro.Los tres intentaron ver en la oscuridad lo que había delante.
—¡Lumos! —ordenó Harry a su varita, y la lucecita se encendió de nuevo—.Vamos —dijo a Ron y a Lockhart, y comenzaron a andar. Sus pasos retumbaban en el húmedo suelo.
El túnel estaba tan oscuro que sólo podían ver a corta distancia. Sus sombras, proyectadas en las húmedas paredes por la luz de la varita, parecían figuras monstruosas.
—Recordad —dijo Harry en voz baja, mientras caminaban con cautela—:
al menor signo de movimiento, hay que cerrar los ojos inmediatamente.Pero el túnel estaba tranquilo como una tumba, y el primer sonido inesperado que oyeron fue cuando Ron pisó el cráneo de una rata. Harry bajó la varita para alumbrar el suelo y vio que estaba repleto de huesos de
pequeños animales.Haciendo un esfuerzo para no imaginarse el aspecto que podría presentar Ginny si la encontraban, Harry fue marcándoles el camino.
Doblaron una oscura curva. Lyra quizás estuviera despierta, aquella chica tenía una fuerza inigualable a pesar de mostrar ser una muñeca de porcelana.—Harry, ahí hay algo... —dijo Ron con la voz ronca, cogiendo a Harry por
el hombro.Se quedaron quietos, mirando. Harry podía ver tan sólo la silueta de una
cosa grande y encorvada que yacía de un lado a otro del túnel. No se movía.—Quizás esté dormido —musitó, volviéndose a mirar a los otros dos.
Lockhart se tapaba los ojos con las manos. Harry volvió a mirar aquello; el
corazón le palpitaba con tanta rapidez que le dolía.
Muy despacio, abriendo los ojos sólo lo justo para ver, Harry avanzó con la
varita en alto.La luz iluminó la piel de una serpiente gigantesca, una piel de un verde intenso, ponzoñoso, que yacía atravesada en el suelo del túnel, retorcida y
vacía. El animal que había dejado allí su muda debía de medir al menos siete
metros.—¡Caray! —exclamó Ron con voz débil.
Algo se movió de pronto detrás de ellos. Gilderoy Lockhart se había caído
de rodillas.—Levántese —le dijo Ron con brusquedad, apuntando a Lockhart con su varita.
Lockhart se puso de pie, pero se abalanzó sobre Ron y lo derribó al suelo de un golpe.
Harry saltó hacia delante, pero ya era demasiado tarde. Lockhart se incorporaba, jadeando, con la varita de Ron en la mano y su sonrisa esplendorosa de nuevo en la cara.
—¡Aquí termina la aventura, muchachos! —dijo—. Cogeré un trozo de esta piel y volveré al colegio, diré que era demasiado tarde para salvar a las niñas y que vosotros dos perdisteis el conocimiento al ver su cuerpo destrozado.
¡Despedíos de vuestras memorias!Levantó en el aire la varita mágica de Ron, recompuesta con celo, y gritó:
—¡Obliviate!
La varita estalló con la fuerza de una pequeña bomba. Harry se cubrió la cabeza con las manos y echó a correr hacia la piel de serpiente, escapando de los grandes trozos de techo que se desplomaban contra el suelo.
Enseguida vio que se había quedado aislado y tenía ante si una sólida pared formada por las piedras desprendidas.
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LYRA BLACK, pjo & hp
FanfictionLYRA BLACK | Regulus Black había tenido una niña antes de morir con una mujer que era el amor de su vida. La pequeña niña heredó los ojos de su padre y casi toda su apariencia era la de una Black. La Cámara de los Secretos - El Ladrón del Rayo Port...