Las Furias, Las Tres a la vez

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Argo nos condujo a la parte oeste de Long Island.

Me pareció raro volver a


una autopista, con Annabeth Percy y Grover sentados a mi lado como si fuéramos


compañeros de coche habituales. Tras dos semanas en la colina Mestiza y toda un curso en Hogwarts, el


mundo real parecía pura fantasía. Descubrí que me quedaba embobada mirando cada McDonald's, a cada chaval en la parte trasera del coche de sus padres, cada


valla publicitaria y cada centro comercial.

-De momento bien -le dijo Percy a Annabeth-. Quince kilómetros y ni un solo


monstruo.

Me lanzó una mirada de irritación. Luego dijo:

-Da mala suerte hablar de esa manera, sesos de alga.

-Recuérdamelo de nuevo, ¿vale? ¿Por qué me odias tanto?

-No te odio.

-Pues casi me engañas.

Dobló su gorra de invisibilidad.

-Mira... es sólo que se supone que no tenemos que llevarnos bien. Nuestros


padres son rivales.

-¿Por qué?

-¿Cuántas razones quieres? -Suspiró-. Una vez mi madre sorprendió a Poseidón con su novia en el templo de Atenea, algo sumamente irrespetuoso. En otra ocasión, Atenea y Poseidón compitieron por ser el patrón de la ciudad de Atenas. Tu padre hizo brotar un estúpido manantial de agua salada como regalo. Mi madre creó el olivo. La gente vio que su regalo era mejor y llamaron a la ciudad con su nombre.

-Deben de gustarles mucho las olivas.

-Eh, pasa de mí.

-Hombre, si hubiera inventado la pizza... eso podría entenderlo.

-¡Te he dicho que pases de mí!

Argo sonrió en el asiento delantero. No dijo nada, pero guiñó el ojo azul que tenía en la nuca.

El tráfico de Queens empezó a ralentizarnos. Cuando llegamos a Manhattan,


el sol se estaba poniendo y había empezado a llover.


Argos nos dejó en la estación de autobuses Greyhound del Upper East Side. Pegado a un buzón, había un cartel empapado con la foto de Percy: «¿Ha visto a este chico?»


Lo arrancó antes de que Annabeth y Grover se dieran cuenta, pero su idea había sido mala pues yo si lo había visto.

Argos descargó nuestro equipaje, se aseguró de que teníamos nuestros billetes de autobús y luego se marchó, abriendo el ojo del dorso de la mano para echarnos un último vistazo mientras salía del aparcamiento.



Grover se cargó al hombro su mochila. Miró hacia donde yo estaba mirando.

-¿Quieres saber por qué se casó con él, Percy?

-¿Me estabas leyendo la mente o qué? -repuso, mirándolo fijamente.

-Sólo tus emociones.-Se encogió de hombros-. Supongo que se me ha


olvidado decirte que los sátiros tenemos esa facultad. Estabas pensando en tu


madre y tu padrastro, ¿verdad?

Asintió. Me removí incómoda, me molestaba estar escuchando esa conversación.

-Tu madre se casó con Gabe por ti. Lo llamas «apestoso», pero te quedas corto. Ese tipo tiene un aura... ¡Puaj! Lo huelo desde aquí. Huelo restos de él en ti, y ni siquiera has estado cerca desde hace una semana.

LYRA BLACK, pjo & hpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora