Luke, el puto

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(Percy Jackson)

Las instalaciones del campamento, casi desiertas, refulgían al calor de
agosto. Los campistas estaban en sus cabañas recogiendo, o de aquí para allá con escobas y mopas, preparándose para la inspección final. Argos ayudaba aalgunas chicas de Afrodita con sus maletas de Gucci y juegos de maquillaje
colina arriba, donde el miniautobús del campamento esperaba para llevarlas al aeropuerto.

«Aún no pienses en marcharte —me dije—. Sólo entrena.»

Me acerqué al estadio de los luchadores de espada y descubrí que Luke había
tenido la misma idea. Su bolsa de deporte estaba al borde de la tarima.

Trabajaba solo, entrenando contra maniquíes con una espada que nunca le había visto.

Debía de ser de acero normal, porque estaba rebanándoles las cabezas a los maniquíes, abriéndoles las tripas de paja. Tenía la camiseta naranja de consejero empapada de sudor. Su expresión era tan intensa que su vida bien habría podido estar en peligro. Lo observé mientras destripaba la fila entera de maniquíes, les cercenaba las extremidades y los reducía a una pila de paja y armazón.

Lyra lo miraba, apoyada en su nueva espada de dudosa procedencia.

Sólo eran maniquíes, pero aun así no pude evitar quedar fascinado con la
habilidad de Luke. El tío era un guerrero increíble. Una vez más me pregunté cómo podía haber fallado en su misión. Al final me vio y se detuvo a medio lance.

—Percy.

—Oh… perdona. Yo sólo…

—No pasa nada —dijo bajando la espada—. Sólo estoy haciendo unas prácticas de última hora.

—Esos maniquíes ya no molestarán a nadie más.

Luke se encogió de hombros.

—Los reponemos cada verano.

Entonces vi en su espada algo que me resultó extraño. La hoja estaba confeccionada con dos tipos de metal: bronce y acero. Luke se dio cuenta de que estaba mirándola.

—¿Ah, esto? Un nuevo juguete. Esta es Backbiter.

—Vaya.

Luke giró la hoja a la luz de modo que brillara.

—Bronce celestial y acero templado —explicó—. Funciona tanto en mortales como en inmortales.

Pensé en lo que Quirón me había dicho al empezar mi misión: que un héroe jamás debía dañar a los mortales a menos que fuera absolutamente necesario.

—No sabía que se podían hacer armas como ésa.

—Probablemente no se puede —coincidió Luke—. Es única. —Me dedicó una sonrisita y envainó la espada—. Oye, iba a buscarte. ¿Qué dices de una última incursión en el bosque, a ver si encontramos algo para luchar?

No sé por qué vacilé. Debería haberme alegrado que Luke se mostrara tan amable. Desde mi regreso se había comportado de forma algo distante. Temía que me guardara rencor por la atención que estaba recibiendo.

—¿Crees que es buena idea? —repuse—. Quiero decir…

—Oh, vamos. —Rebuscó en su bolsa de deporte y sacó un pack de seis latas de Coca-Cola—. Las bebidas corren de mi cuenta. ¿Vienes Lyra.?

—Claro que sí—Presionó el mango de su espada (o algo se él) y se convirtió en una tobillera que se puso.

Miré las Coca-Colas, preguntándome de dónde demonios las habría sacado.

LYRA BLACK, pjo & hpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora