Visitamos el Emporio de Gnomos (1/2)

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(Percy Jackson)

En cierto sentido, es bueno saber que hay dioses griego ahí fuera, porque tienes
Alguien a quien echarle la culpa cuando las cosas van mal. Por ejemplo, si eres
u

n mortal y estás huyendo de un autobús atacado por arpías monstruosas y
fulminado por un rayo -y si encima está lloviendo-, es normal que lo atribuyas a tu mala suerte; pero si eres un mestizo, sabes que alguna criatura divina está intentando fastidiarte el día.

Así que allí estábamos, Annabeth, Lyra, Grover y yo, caminando entre los bosques que hay en la orilla de Nueva Jersey. El resplandor de Nueva York teñía de
amarillo el cielo a nuestras espaldas, y el hedor del Hudson nos anegaba la
pituitaria.

Grover temblaba y balaba, con miedo en sus enormes ojos de cabra.

-Tres Benévolas -dijo con inquietud-. Y las tres de golpe.

Yo mismo estaba bastante impresionado. La explosión del autobús aún resonaba en mis oídos. Pero Annabeth seguía tirando de nosotros.

-¡Vamos! Cuanto más lejos lleguemos, mejor.

-Nuestro dinero estaba allí dentro -le recordé-. Y la comida y la ropa. Todo.

-Bueno, a lo mejor si no hubieras decidido participar en la pelea...

-¿Qué querías que hiciera? ¿Dejar que os mataran?

-No tienes que protegerme, Percy. Me las habría apañado.

-En rebanadas como el pan de sandwich -intervino Grover-, pero se las
habría apañado.

-Cierra el hocico, niño cabra -le espetó Annabeth. Grover baló lastimeramente.

-¡A Grover no, eh, a Grover no!-Defendía la rubia a Grover. Supuse que se como conocían desde que Grover una cabrita.

-Latitas... -se lamentó-. He perdido mi bolsa llena de estupendas latitas
para mascar.

Atravesamos chapoteando terreno fangoso, a través de horribles árboles
enroscados que olían a colada mohosa. Lyra se empezó a tocar los bolsillos.

-¡La tengo!-Exclamó señalando un fino palo de madera pintado de blanco

-Es un palo-Dije-¿Qué te fumaste hoy?

-¡¡No sólo es un palo!!-Chilló. Annabeth asintió dándole la razón-Es mi varita.

Agitó el palo y de él salieron destellos plateados.

-Iré a buscar comida y leña para una fogata-Anunció-¡Lumos!

Un destello blanco de luz salió de la varita y desapareció entre las tinieblas del bosque.

Al cabo de unos minutos, Annabeth se puso a mi lado.

-Mira, yo... -Le falló la voz-. Aprecio que nos ayudases, ¿vale? Has sido muy valiente.

-Somos un equipo, ¿no?

Se quedó en silencio durante unos cuantos pasos.

-Es sólo que si tú murieras... aparte de que a ti no te gustaría nada, supondría el fin de la misión. Y puede que ésta sea mi única oportunidad de ver el mundo real. ¿Me entiendes ahora?

La tormenta había cesado por fin. El fulgor de la ciudad se desvanecía a nuestra espalda y estábamos sumidos en una oscuridad casi total. No veía a Annabeth, salvo algún destello de su pelo rubio.

-¿No has salido del Campamento Mestizo desde que tenías siete años? -le
pregunté.

-No. Sólo algunas excursiones cortas. Mi padre...

LYRA BLACK, pjo & hpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora