El rapto del primer ministro y el tratado naval

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-Supongo que lo que te inquieta no es una trivialidad- preguntó Clara mientras comían.
Mycroft cedió con un gesto y del saco extrajo un documento. Para después dárselo.
-Veamos, Jonathan Donahyle renuncia a su puesto en la secretaria de relaciones exteriores, pues argumenta que ha fallado en su trabajo de asegurar un documento de alta prioridad, vaya- comentó Clara al terminar de leer entre líneas la carta.
-Era un tratado naval entre Italia e Ingleterra que beneficia nuestra posición sobre los países del este- explicó Mycroft
-Y supongo que al perderlo peligra el grado de confidencialidad que existe entre el gobierno- dijo ella
-Es muy importante recuperar el documento y para ello ya he puesto a trabajar al IM6- respondió él
-Considero que entrevistar a Jonathan Donahyle les puede ser de mucha utilidad- debatió Clara

En ese momento ingresaban al restaurante, dos caballeros. Y no tardaron mucho en dirigirse a la mesa donde Mycroft y Clara estaban.
-Buena tarde- saludó aquel caballero, interrumpiendo cualquier intento de respuesta por parte de Mycroft.
Clara lo reconoció de inmediato, era Horacio Cantlemere y le sonrió cordialmente, mientras que Mycroft dedujo que algo había sucedido, ya que Horacio venía acompañado de Bernard Donahyle, el ministro de relaciones exteriores.
-Mycroft tenemos un problema que debe ser resuelto con el mayor hermetismo posible- mencionó Donahyle muy conmocionado.
-Bernard por favor, no queda mucho tiempo para que todo el gabinete se entere- intervino Horacio
-Pueden dejar de perder el tiempo e informarme de la situación- pidió Mycroft con un tono autoritario
-Se trata del primer ministro...- inició Cantlemere
-Ha sido secuestrado- interrumpió Bernard
Clara trato de mantener un semblante inexpresivo, pero era difícil no preocuparse, Mycroft al contrario no perdió la compostura ante semejante noticia, y solo preguntó, -tienen los detalles
-En la madrugada, el primer ministro y su secretario particular, Edward Dewer abordaron el avión con destino a Viena. Por la mañana, cuando llegaron al aeropuerto, ya los estaba esperando un auto oficial que los llevaría al hotel donde tenían una reservación, pero nunca llegaron- explicó Cantlemere
-Ya dieron aviso al IM6, pero tú sabes Mycroft que es urgente localizarlo- insistió Donahyle
-Bernard- pidió Mycroft con molestia, ya que ese exagerado comportamiento no estaba ayudando.
Clara seguía en silencio y solo se dedicaba a observar esa nueva faceta que desconocía de Mycroft. La del político práctico que manejaba al país de la mejor manera posible.
-Trataremos de mantener a raya a los medios, pero cuando se haga notar la ausencia del primer ministro en la convención de Viena, estallará un escándalo mediático y no sabemos que repercusiones pueda traer- advirtió Horacio
Mycroft le fulminó con la mirada, no hacía falta que le recordaran lo irritante que podía llegar a ser la prensa.
-Y de cuánto tiempo disponemos- preguntó Clara de repente
En ese momento Bernard Donahyle reparo en que la misteriosa acompañante de Mycroft seguía ahí, y ante eso le respondió, -señorita, esto no le concierne, es más le agradecería que se retirara, sin antes recordarle que esto es un asunto confidencial.
Aquello fue el colmo para Mycroft Holmes e intervino, -la señorita Hudson ha brindando una valiosa ayuda al gobierno en diferentes ocasiones y esta vez no será diferente, así que se quedará.

Bernard se mostro indignado, pero no contestó y prefirió adoptar una postura tensa. Mientras que Clara sonrió discretamente, y se esforzó en centrar toda su atención en aquel asunto.
-Tenemos 12 horas antes de la convención- contestó Horacio también con una sonrisa, al ver esa pequeña demostración de amor.
-Quien iba a pensar que esta vez, no fallarían- mencionó Bernard con pesimismo.
Esas palabras despertaron la curiosidad de Clara, que preguntó con suspicacia, -da la impresión de que sucedió algo más.
Horacio ahora se mostraba un poco alterado, ya que ese asunto no le había sido informado a casi nadie menos a Mycroft, pero ante la mirada glacial que este le ofrecía, respondió, -anoche hubo otro atentado en contra del primer ministro.

-¿Cómo sucedió?- volvió a preguntar Clara, adoptando una postura más seria.
-El primer ministro regresaba del palacio de Windsor cuando de momento su escolta le perdió de vista. Más tarde el auto apareció en el aeropuerto y Edward su secretario, nos informo que fueron obligados a desviarse por una vía alterna, ahí los esperaban un grupo de hombres armados, y el chofer al verlos, rápidamente aceleró el auto, haciendo que estos se dispersaran. Aunque uno de ellos alcanzó a disparar, y el disparo hirió el rostro del primer ministro, afortunadamente solo fue un roce en la mejilla, de inmediato lo llevaron a un hospital para atenderlo- explicó Cantlemere.
-Y a qué hospital acudieron- insistió Clara
Horacio vio a Bernard, como si esperará a que él diera una respuesta. Donahyle trastabillo un poco y contestó, -parece que fue uno de la zona, la verdad es que Edward no nos brindo un nombre en específico.
Horacio iba a decir algo más, pero el sonido de una llamada entrante, se lo impidió y se alejo de la mesa para contestar.

Los Holmes, un Watson y una HudsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora