Capítulo 21 - El durazno

487 31 0
                                    

Al llegar a la casa de Pablo, los Padres de Raul me pidieron que ordenara mis cosas para salir lo más pronto posible.

La Sra. Gladys se veían bastante molesta o más bien indignada, ninguno de los padres de Raul dijo una palabra durante el camino.

Mientras organizaba mis equipaje, me preguntaba si vería a Pablo antes de partir; necesitaba  despedirme.

Salí de la habitación y la Sra. María (su mamá) estaba en la cocina, me acerqué y le pregunté "si Pablo llegaría  pronto ya que quería agradecerle por su hospitalidad y más ahora que por fin nos entendíamos".

Ella me índico que por la hora, seguramente no lo vería, sin embargo me sugirió que diera una vuelta por los alrededores haber si lo veía  o en tal caso le preguntara a alguno de los trabajadores si él estaba cerca.

Salí rápidamente y nadie lo había visto hasta que uno de los campesinos me dijo "que él aveces descansaba debajo de un árbol casi al final del cultivo".

Corrí y allí  estaba él sentado debajo del árbol, sin camisa, en jens y comiendo un gran durazno. Al verme con la cara roja y agitado se levantó pensando que pasaba algo malo.

—Raul que ocurre?!— Pregunto preocupado frente a mi, mientras yo me inclinaba y sostenía sobre mis rodillas para poder respirar.

—...Un segundo... nada men! ...solo quería despedirme... en un rato regresamos a la ciudad.—

—Tan pronto? ...pensé que se quedarían hasta el lunes...—Comentó  algo triste y dándole una mordida al durazno.

Estaba tratando de explicarle el cambio de plan... entre pausas, pero su torso sudado y abdomen plano me distraían... de pronto él me pregunta,

 de pronto él me pregunta,

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Quieres...?

Y yo levantando la mirada apenado y confundido digo,

—Que...!?!

—...que si quieres durazno? ...quizás el dulce de la fruta aclare tú mente— Respondió.

—Ohhh... si, por supuesto!— y cuando voy a tomarlo de su mano él dice,

—...espera un momento!—

Pablo miró el durazno mordido, dejó escapar una sonrisa y llevándolo  a su pecho, comenzó a recorrer con el... sus pectorales  y pezones hasta bajar a su ombligo, para luego volver  a extender su mano diciendo,

—Ahora quizás te haga sentir aún mejor!

Mi boca se hizo agua ante aquel sexy movimiento y pasando la jugosa fruta por mis labios con mis ojos clavados en su cuerpo lleno del dulce néctar, una ereccion había despertado.

Tu cuerpo y viceversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora