Capítulo 22 - El susto y el calor

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Una especie de impulso recorría todo mi cuerpo, no me sentía cansado, al contrario, estaba lleno de energía y casi podría jurar que el pantalón me quedaba grande.

Aún estando de rodillas disfrutando la espectacular sensación, Pablo repentinamente subió su jens y entendí que era el final por las circunstancias.

Sentía la necesidad de tomar más de él, su sensualidad, su pasión, su calor... y mis labios dejaron escapar un largo suspiro.

—Te necesito... no te vayas...— Le supliqué.

—Te visitaré pronto en la ciudad, lo prometo...

Escuchando al fondo como uno de los empleados de la granja gritaba nuevamente,

—Joven Pablo...!!!

—Raúl... esto fue único!  ...cuando te vuelva a ver te compensaré!!!— Dándome una sonrisa de lo más sinverguenza y pícara, que hablaba por si sola.

—Joven Pablo!!!— Gritaron nuevamente más cerca, haciendo que finalmente él saliera corriendo para que no nos descubrieran juntos.

Y es que era mejor disfrutar en privado que bajo la lupa de esta hipócrita sociedad.  Que duden, que murmuren, pero que jamás te roben el placer de sentir.

Observando cómo Pablo se alejaba, desapareciendo entre los árboles y la maleza, una ola de nostalgia invadió mi respiración acompañada de unas enormes ganas de llorar y un sentimiento de dolor en el pecho que jamás había experimentado.

—Sera el asma... o los sentimientos de Raúl? Seguramente son sus hormonas...— Pensé limpiándome las lágrimas cuando de pronto noté justo a mi lado una pequeña planta brotada de la semilla del durazno que Pablo dejó caer minutos atrás.

—Cómo podía ser... que clase de planta crece tan rápido?— Agachándome para verla mejor.

—Quizás son ideas mías y ya la planta estaba aquí...— me dije.

Entonces al levantarme y girar, estaba frente a mi un hombre anciano de piel morena y cabello blanco a solo dos pasos de distancia. Algo que de la impresión me hizo brincar del susto.

—No tenemos mucho tiempo... tu cuerpo y la vida de Raúl están en peligro!— Dice aquel anciano en tono de urgencia.

—Espere... espere... de que está hablando? ...Y cómo sabe de...?—

—Christian... se está haciendo tarde, vete de una vez!— Insiste el hombre señalándome el camino con su bastón!

—No! ...Quien coño es usted? ...Y cómo sabe mi nombre?— Le exigí  al viejo!, quien luego de darme un fuerte bastonazo por el brazo respondió,

—Más respeto jovencito! ...la "flama azul"  no puede proteger tu recipiente de ser invadido por un "Tenebris" si no lo ocupas, si ocurre lo perderás y Raúl jamás regresará.— Explicó rápidamente empujándome.

—Tene... que? ...como que Raul no regresará?— pregunte mientras comenzaba a caminar a empujones.

—Si un Tenebris se apodera de tu cuerpo, perderás su conexión y la posibilidad de habitarlo nuevamente para siempre! ...y cómo la luz de Raúl pasará a un recipiente común, estos se rechazarán y él morira...—

—No entiendo... deje de empujarme ...y como que Raúl va a morir?!?!—Exigí al detenerme y alejarme de él.

—Si Raul usando tu cuerpo tiene sexo con un Tenebris... se muere y tú pierdes el cuerpo! Que no entiendes?! ...ahora corre que te están esperando!— Contesto el viejo, cuando de pronto escuchamos al padre de Raúl llamándome, haciéndome girar la cabeza en esa dirección.

Y cuando iba a preguntar que era un "tene-algo" el anciano ya no estaba.

—Quien era ese tipo? ...como sabía que yo no era Raúl? ...y que ocurre con Raúl?—

Eran muchas las preguntas que giraban por mi cabeza,

—...pero si de verdad Raúl está en peligro... sería por mi culpa?.—

—Raúl... muévelo!!!— Grita el Sr. Luis al verme entre los cultivos para que me apurara.

Al llegar a la casa la señora Gladys me observaba y dice,

—Donde estabas? ...Mmmm... son ideas mías o estás más delgado?—

—Quería despedirme de Pablo... y creo que si, debe ser que por el viaje no he comido bien.—

—Mmmm... y lo viste? ...a Pablo?— Pregunta escaneándome de arriba a bajo.

—...Ehh Si, ...nos vamos?—

—Por supuesto! ...estábamos esperándote! Pero antes de subir al carro límpiate las rodillas... están llenas de tierra...— Responde la incisiva Sra. Gladys.

—...es que me caí, me sacudo y listo!!!—

El camino de regreso se veía aún más eterno que el venida, estaba por un lado aliviado y por el otro realmente preocupado. Aparentemente existe la posibilidad de regresar a mi cuerpo pero también la de perderlo y que de paso Raúl muera... "en que mierda estoy metido?"

Me sentía nervioso o más bien ansioso, quería sexo... necesitaba sexo! ...Pablo me había dejado encendido, pero también había algo más... la idea de repetir esa sensación al absorber la energía que nos rodeó, estaba clavada en mi mente.

—Luis vamos a detenernos en la tienda por departamentos que está al entrar a la ciudad, Pablo parece un mendigo con esa  ropa gigante!— Dice la mamá de Raúl al sr. Luis, quienes en la vía venían conversando de diversos temas sin que yo les prestara atención.

—No tienes problemas con eso... verdad?— Pregunta el papá de Raúl mirándome por el retrovisor.

—No! Al contrario! ...Porque lo tendría?— Respondí entusiasmado.

Ambos se miraron con extrañeza y la Sra. Gladys respondió,

— Es que nunca te ha gustado salir a comprar ropa... lo odias!!! ...pero bueno, imagino que cómo estás más delgado...—

—Si... por supuesto, ...eso es!— Afirme.

Al llegar al lugar, una fuerte ola de calor golpeó mi rostro y dilató mis pupilas.

—Estas bien? Que te pasa?— pregunto la mamá de Raúl.

— ...si ...creo que es el calor...— respondí.

—Seguro tienes hambre, después de pasar por la ropa los invito a la feria de comida— Dice el Sr. Luis.

En la tienda noté como algunas personas me miraban, pero por primera vez en este cuerpo no eran miradas críticas, si no más bien algo similares a las que recibes cuando le gustas a alguien.

De hecho mientras buscaba unos pantalones un chico, flaco y con cara de ángel cruzo miradas conmigo en varias oportunidades, y como me sentía más seguro yo le seguía el juego, hasta que tristemente lo perdí de vista.

Finalmente después de escoger dos pantalones, dos polos y una playera, fuimos a pagar para después ir a uno de los baños a cambiarme. No quería pasar un minuto más con esa ropa vieja y ancha encima.

—Wow... si estás más delgado... estás haciendo ejercicios escondido? ...hasta se le ve la espalda ancha...—Dice sorprendido el papá de Raúl.

—Te vez muy bien hijo!— agrega la Sra. Gladys.

—...gracias! ...creo que he estado muy activo últimamente ...y la verdad me siento mejor!—

—Bueno yo muero de hambre, vamos pa' la feria!— dice alegre el Sr Luis.

Tu cuerpo y viceversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora