—Doctor, se está despertando—sentí una voz familiar.
—Los sedantes ya están pasando—y otra voz. Intenté abrir los ojos y tuve que cerrarlos nuevamente por la luz que había en la habitación—vendremos a hacerle exámenes y luego se le podrá dar de alta.
—Gracias, doctor—era la voz de mi madre. Abrí los ojos pesadamente acostumbrándome a la luz.
—¿Mamá, donde estoy?—miré a todos lados; estaba claramente en un hospital. No recordaba cómo había llagado ahí. Lo último que recuerdo es una voz. Esa voz.
—Cariño, estás en el hospital. Ayer recibiste un golpe en la cabeza. Alguien te trajo, no dejó su nombre ni ninguna información. Solo nos dijeron que era un chico y que te trajo en una moto—tal vez la persona que me había traído era el dueño de la voz. Se me cruzaron imágenes de la noche de ayer: esos hombres me manoseaban. Un sentimiento de miedo se instaló en mi cuerpo.
—Mamá, anoche unos tipos me querían violar. Alguien lo impidió. Tal vez fue quién me trajo.
—¿Cariño, qué dijiste? ¿Cómo que unos hombres? ¿Leah, qué dices?
—Ayer tuve una pelea con Ethan—ojalá hubiera olvidado eso también—Salí de casa de Marcos corriendo. No sé cómo fui a parar a esos callejones y—mis ojos se llenaron de lágrimas. Mamá escuchaba atentamente mientras me acariciaba el pelo con sus manos.
—y entonces esos tipos aparecieron. Pensé que me iban a lastimar pero alguien llegó y uno de los hombres me empujó. Seguro por eso me golpeé. Después sentí a alguien cargarme y no recuerdo más nada hasta esta mañana—omití la voz, no me parecía demasiado relevante.—Ya, mi niña, no llores. Tenemos que ir a denunciar a esos asquerosos—me abracé a su cuello y dejé ir todo lo que tenía por dentro.
—No, mamá, no lo hagas. Solo déjalo ir, al final estoy bien y no me acuerdo ni de sus caras. Solo llévame a casa y olvidemos todo esto.
—Está bien, mi niña—dijo mientras me limpiaba las lágrimas.
Me dieron el alta y 30 minutos después llegamos a la casa. Solo quería desaparecer.
Ya era de madrugada cuando me levanté con el ruido de mi móvil.
•nuevo mensaje de número desconocido•
Espero que estés bien, me alegra haberte ayudado.No podía creerlo, era el chico que me rescató. En mi mente habían solo imágenes borrosas, nada concreto. Quise ignorarlo pero no pude. Necesitaba saber quién era.
Leah: ¿Eres tú el chico que me ayudó, verdad? Gracias, en serio.
Desconocido:No tienes que agradecer. Te lo dije: nadie te va a volver a lastimar.
Leah: ¿Quién eres? ¿Cómo tienes mi número?
Desconocido: Eso no importa. Duerme ya, es tarde.
Seguí insistiendo pero ya no habían más respuestas de su parte. Solo se acumulaban las dudas en mi cabeza
—Leah, levántate ya vas a llagar tarde—escuché la voz de mi madre y realmente esperaba que fuera parte del sueño—Leah, que te levantes ya.
—Ya voy, mamá, ya voy—me tapé la cabeza con la almohada.
Me levanté, me alisté y en treinta minutos estaba saliendo con pesar para la escuela .
—Miranda, quiero morir.
—A ver pequeña, no seas dramática. ¿Ok? Seguro todo se arregla después—me abrazó.
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Tu Mundo A La Inversa
Novela Juvenil¿Qué significa dejar cosas atrás? ¿En serio es tan impactante? Pues sí, mi historia comienza diecisiete años después de nacer y dirán: ¿Por qué tanto? Y simplemente responderé que eso pasa cuando entierras tu pasado. Ahora soy Leah Bianco y, cuando...