CAP. 2: AMANDA

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Regrese a casa junto con Nina y para mi sorpresa esta estaba abierta.

- ¿abre olvidado cerrarla?

Nina salta de mis brazos y entra, mientras yo coloco las llaves en su lugar.

En el salón alguien estaba sentada, la miro perplejo, ¿qué hace ella tan temprano en casa?, borre rápidamente el rastro de labial depositado en mí mejilla.

- hola.

Ella sube la mirada y luego la baja para seguir con su revista.

- hola, ¿dónde estabas? - me pregunta.

-Nina escapo y la fui a buscar.

- debiste haberla dejado, seguramente tiene otras casas a la cual acudir.

Si tan solo supieras lo que paso hoy...

- sabes que no puedo dejarla afuera, ella se perdería.

- tu sabes bien que a mí no me gustan los animales, por lo que si regresa o no, no es asunto mío.

Cielos, a veces esa mujer me sacaba de quicio con solo unas palabras.

- iré a cocinar - no quería discutir con ella y arruinarme la tarde.

- no hace falta, tengo una reunión en unos minutos por lo que comeré fuera.

- ya veo...

- por cierto Alex, ¿te paso algo bueno hoy?

- ¿porque la pregunta?

- porque estas sonriendo como idiota.

- ¿es tan notorio?

- mírate en el espejo.

Ella se levantó, tomo sus cosas y se marchó, dejándome solo de nuevo en aquella casa.

- miaw - Nina me reclamaba por la comida.

- ya se, lo siento ahora te sirvo.

Mientras veía comer a Nina una duda se apodero de mí ser, ¿Porque Amanda con solo mirarme sabe cómo estoy?, será que el problema soy yo.

-¿Nina tu qué piensas?

Ella me miro y luego siguió con lo suyo, me dirigí al lugar donde mis historias nacen y pensé que tal vez debería expresar mis sentimientos como siempre hacia, en un pedazo de papel.

QUERIDA LUCY.

Pero las palabras no fluyeron.

Esto es tonto pensé, doble el papel y lo arroje al tacho de basura, no podía o simplemente no deseaba creer que me había enamorado de una estudiante, no creía en el amor a primera vista, pero allí estaba, sufriendo por uno o tal vez solo me quede sorprendido por su belleza.

- debe ser mi imaginación, soy un idiota, a mi edad no se me es permitido amar de nuevo.

Decidí tomar aire y salir a caminar, la sola idea de estar allí me asfixiaba, Nina dormía plácidamente cuando me marche, caminar por las calles de Londres en esa época del año me traía recuerdos, a pesar de ser primavera hacia más frió de lo normal, me adentre a un restaurante a cenar y luego tome un camino que conocía bien, ese que alguna vez Amanda y yo compartimos de camino a casa.

Y allí estaba ella, la chica de la tarde, la de los ojos verdes, contemplando la ciudad desde aquel parque desértico y cuando me vio sonrió.

- hola.

- hola- respondí.

Ella se hizo a un lado y me indico que me sentara y en silencio vimos la ciudad iluminada y a lo lejos el sonido de los autos y el ladrido de los perros.

- pensé que era la única que conocía este lugar...

- esa debería ser mi línea, casi nadie conoce este lugar.

- ¿estás loco?, este lugar tiene una vista maravillosa y está cerca de donde vivo.

-tienes razón.

Ambos nos quedamos en silencio contemplando aquel cielo estrellado, pero aquel silencio era diferente, no era incomodo, me encantaba aquella presencia, sin palabras podíamos comunicarnos, el tiempo parecía detenerse, los ruidos desaparecer y las luces bailaban al compás de nuestros latidos.

Pero como todo, nada dura para siempre, ella miro su reloj.

- lo siento debo irme.

Me pare al mismo tiempo y la mire.

- ¿quieres que te acompañe?

- no...

Hizo una pausa

- me encantaría, pero no hace falta, vinieron por mí.

Entonces ella me beso la mejilla por segunda vez y otra vez sentí una extraña corriente dentro de mí.

¿Qué me estaba pasando?

Y la vi alejarse hacia un chico que la esperaba y al verla le sonríe, se van juntos, se ven felices...

¿Porque estoy molesto?

Miro al cielo que parece estar burlándose, un suspiro sale de mí.

- es hora de irme a casa.

Camino solo por aquellas calles que son testigos de lo que sucede alrededor.

Llegue y como siempre las luces estaban apagadas, Nina no se encontraba en el salón por lo que posiblemente este en mi dormitorio, si ese que creí iba a ser cuarto de mi hijo es ahora mío, Amanda me pidió su espacio, ella no quería dormir conmigo, por lo que era más solitarias mis noches.

Me recosté en la cama, cansado pero con una nueva esperanza, sentía que el solo hecho de recordarla me hacía sentir vivo de nuevo, con aquellos ojos verdes que me cautivaron y sin darme cuenta caí dormido.

EL ESCRITOR QUE SE ENAMORO POR SEGUNDA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora