CAP. 3: CUADRO

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Ya pasaron días desde que la vi y en realidad no quería verla, no hasta saber que me pasaba.

Debía de preocuparme por otras cosas, aún no había presentado un proyecto a Jack y no sabía qué hacer, sólo tengo una idea, el sueño que tuve aquella vez luego de conocerla.

Era una noche estrellada en el que dos personas que nunca se vieron se encontraron, ella le dedico una sonrisa que le decía lo feliz que estaba de conocerlo, él la miraba como si fuera algo tan hermoso que estaba fuera de su alcance, pero su amor no podía ser, porque eran de distintas sociedades, de distintas edades y sobre todo de distintos ideales, pero por alguna razón acaban juntos.

Ese sueño fue el comienzo de una historia que Jack aprobó encantado, por lo que me mando a buscar información para seguir con el tema, pero había un lugar al que deseaba ir antes que nada, la exhibición de la escuela de bellas artes de Londres donde la gente talentosa es descubierta, iba a venir con Amanda, pero ella a último minuto me cánselo.

Como siempre este lugar estaba atestado de gente joven y parejas, que hacían que me deprima más de la cuenta, tome un cigarrillo y me dispuse a fumar cuando alguien detrás de mí me hablo.

- ¿Alex?

Gire para ver quien me hablaba y para mi sorpresa allí estaba ella, sonriendo como siempre con sus labios rojos.

- empiezo a creer que me sigues o algo así.

Reí, el verla sospechando de mi me causaba gracia porque en los momentos menos esperados ambos nos encontrábamos.

- solo es coincidencia - respondí.

- entremos antes de que se llene. - me dijo ella relajándose.

- ¿por cierto que haces aquí? - pregunte

- yo soy estudiante de la escuela de artes.

Me quede sorprendido ante lo que dijo, si bien pensé que ella era alguien que tenía buen gusto nunca pensé que se dedicaba al arte y menos que estaba en la mejor escuela de Londres, pero...

¿Eso quiere decir que ella es rica?, después de todo solo se entra a la academia de esa forma o...

- se lo que estás pensando y no, no soy rica...

La mire sorprendido, como supo lo que estaba pensando si yo no dije nada, ella me sonrió, pero su sonrisa era melancólica y sentí una punzada en mi corazón, la hice sufrir.

- lo siento...

- de que te disculpas, es lo normal pensar que todos los que entran a esta escuela tienen dinero, en mi caso solo use una recomendación para entrar y una beca que cubre todo.

Ambos entramos en silencio, fui un idiota, la herí sin darme cuenta, caminamos por los pasillos cuando lo vi.

Un cuadro que cautivo mi corazón, era una chica, con un vestido floreado, jugando con un gato blanco, en un callejón vacío, en pleno atardecer, con su pelo volando por la brisa, sentí el olor peculiar a primavera que salía de aquel cuadro, pero... porque me resultaba tan familiar, busque el nombre del autor y lo supe.

Era Lucy, la dueña de aquel cuadro, la mire sorprendido y ella estaba con la mirada hacia el suelo, pero pude notar su ligero rubor.

Estará avergonzada de su obra o es quizá porque me di cuenta de aquella escena, si, fue el día de nuestro encuentro, ligeramente modificado, pero lo describía perfectamente bien, el día en el que me sentí vivo otra vez.

- quiero comprarlo - le dije.

Ella me miro aún más avergonzada, y aparto su vista de mí.

- no, quiero conservarlo.

La mire, ella aún seguía con la mirada al suelo, y con el rostro aun enrojecido; entonces comprendí que aquel encuentro era igual de importante para ella como lo era para mí y sonreí.

- gracias.

- ¿porque?

- porque expresaste aquella tarde tal y como era.

Nos quedamos en silencio por unos segundos cuando ella finalmente hablo.

- ¿quieres ir a comer?, un amigo mío tiene un restaurante cerca y le prometí que iría uno de estos días.

-me encantaría.

Ella me tomo de la muñeca y salimos de aquel salón lleno de gente, la gente nos miraba confundidos y yo solo reía, ella se detuvo, y al percatarse de que aun sostenía mi mano me soltó.

- lo siento, el restaurante es por allá, no eres alérgico a nada verdad.

- solo a los mariscos.

- ¿entonces no te importa si comemos pasta?

- lo que tú quieras está bien.

Ambos entramos al local y conversamos de diferentes cosas, aprendí mas de ella en un día que cuando salía con Amanda y entonces lo supe, era hora de que me separe de un amor que nunca lo fue, pero decidir algo repentino también traería consigo miles de problemas y papeleo, debía pensarlo bien, pero por el momento debía de disfrutar de los recuerdos que estaba creando.

Con aquella chica de la que solo sabía su nombre y que olía a primavera.

EL ESCRITOR QUE SE ENAMORO POR SEGUNDA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora