CAPITULO 4

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____ oyó que el coche se detenía por segunda vez y trató de contener los fuertes latidos de su corazón.

«Tres de ellos no son más que unos chiquillos», se dijo con firmeza. «Ni siquiera tienen edad para conducir coches.»

-Vamos, nena -gritó el castaño, sacando medio cuerpo por la ventana del polvoriento Ford-. No mordemos; al menos no donde se vea -agregó.

La última frase provocó fuertes risas en los demás. ____ los ignoró. Le habían dicho cosas peores cuando pasaron por su lado la primera vez. El conductor en particular, había usado un lenguaje que ella raras veces había oído, ni siquiera cuando trabajaba por la noche en el restaurante. Allí aprendió a hacer caso omiso de las obscenidades, ya que cualquier réplica por su parte sólo provocaba burlas.

Actuando como si estuviera sola, ____ siguió caminando. Ya había rechazado el atrevido ofrecimiento del conductor de llevarla con un alegre «gracias, prefiero caminar». No había que hacer más que continuar la marcha con la vista hacia adelante, o correr si era necesario. Arrojaría su maleta por encima de la verja de alambre y cruzaría la cerca inmediatamente.

Esperaba que no fuese necesario. Exceptuando el conductor, los demás eran más una molestia que una verdadera amenaza. Esperaba que se conformaran con insultarla y que pronto se cansaran de hacerlo al ver que ella los ignoraba. Ante todo, también confiaba en que no la siguiesen al otro lado de la verja. No dudaba de poder correr más rápido que cualquiera de ellos si la rodilla se lo permitía. Ésa era su verdadera preocupación, pues ya empezaba a dolerle.

El coche rojo se detuvo frente a ____. La puerta del conductor se abrió. ____ no esperó a suplicar, ni a ver cuántos bajaban del coche.

Arrojó su maleta por encima de la cerca y fue tras de ella, desgarrando la camiseta y su piel con las púas, pero no sintió el dolor. Corrió unos cincuenta metros antes de arriesgarse a mirar por encima de su hombro. Sólo el conductor la seguía. Los demás cruzaron la cerca, pero gastaban su energía en insultarla y en reír en vez de seguirla.

Después de esa rápida mirada ____ siguió corriendo tan rápido como pudo, aunque casi no podía respirar. De pronto oyó el fuerte galopar de un caballo que se acercaba. Con el rabillo del ojo vio a Oh Sehun pasar a su lado como una centella inclinado sobre el cuello del animal.

El conductor también vio a Sehun. El enorme adolescente dio la vuelta y corrió hacia la cerca con mayor velocidad que la que empleó en perseguir a ____. Ella se dejó caer al suelo y trató de recobrar el aliento. De pronto empezó a temblar y a llorar desesperadamente.

Sehun soltó un tramo de la cuerda que siempre llevaba en su silla de montar. Con paciencia esperó hasta que Kai casi hubiera llegado a la cerca y de pronto soltó el lazo y éste cayó con facilidad en los amplios hombros del muchacho. En el momento en que la cuerda se tensó, Blackjack dejó de correr preparándose para tirar de la cuerda. Los pies de Kai se elevaron y cayó sentado con tal fuerza que su sombrero voló por los aires. Tan pronto como recobró el aliento, se puso de pie. Blackjack reculó, haciéndolo caer de nuevo. Moviendo un poco las riendas, Sehun hizo dar vuelta a Blackjack y trotaron en dirección a ____. Kai botaba detrás de ellos como un enorme saco de patatas.

-¿Estás bien? -preguntó Sehun, deteniéndose junto a ____. Ella le miró enfurecida, y casi sintió lástima por el muchacho al otro extremo de la cuerda. Asintió, sabiendo que la voz le temblaría si hablaba.

El caballo volvió a retroceder, haciendo caer a Kai de nuevo. Sehun desmontó con gran facilidad y se acercó al adolescente, esperando a que le mirara a los ojos.

-Tienes suerte de que tu padre esté muerto, muchacho. Te habría dado la azotaina de tu vida por una gracia como ésta. Yo mismo siento ganas de hacerlo.

PASION ARDIENTE  (sehun y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora