Ocho

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Para llegar a la cama de Severus Snape, uno solo debería tirarle una fallida poción reductora encima.

Harry no sabía como había llegado a aquella situación, o bueno si sabía como pero no iba aceptar que era todo su culpa el que estuviera acostado en la cama de Severus Snape, con el ojinegro fulminadolo hasta el punto de que podia sentir su cara enrojecer por la situación en la que estaban. Pero para saber cómo habían llegado a esa situación, habría que volver a las habitaciones de Severus temprano en la mañana.

Harry se limpió las pocas lagrimas que había derramado de la risa, habia terminado sentado en el suelo y su profesor había alcanzado el suelo hace mucho y ahora había empezado a caminar hacia la salida de sus habitaciones. Harry se arrastro detrás de su profesor mientras respiraba intentando calmar su dolor de abdomen, cuando llegó al marco de la puerta se encontró de frente con la cara enojada de su profesor. Harry no sabía si moriría de la risa o de la ternura a ese paso, el ojinegro está vestido con sus pantalones cortos y su remera que debía admitir le quedaba algo grande porque le había calculado mal a la hora de hacerla, tenía todo su cabello despeinado y su cara colorada por todo el ejercicio que había hecho bajando de la cama y caminando hasta la puerta del baño ida y vuelta. Severus había querido ir solo al baño pero la puerta estaba cerrada, así que había vuelto para tirar de las orejas de su alumno para que le abriera la puerta y se lo había encontrado en el piso en cuatro riendo levemente, incluso tenia una mano en el abdomen porque le dolía de tanta risa. Tenia ganas de patearle la cara que tenía a su alcance debido a que Harry se había recostado de costado en el suelo al verlo y se seguía riendo pero se obligó a calmarse para no ser acusado de maltrato a un alumno, junto toda la paciencia que pudo y se acercó al rostro del menor.

Severus se sentó lo más cerca posible de los ojos del menor que en estos momentos estaban cerrados y espero pacientemente a que terminara con su cantaleta. Harry abrió los ojos y se asustó al ver a su profesor tan cerca, pero no se alejó, se quedó quieto mirando la facciones del mayor.

- Estoy intentando reunir toda la paciencia que puedo, pero usted me hace difícil el que no cometa un crimen contra usted, señor Potter -

Harry por alguna razón se sonrojo y tuvo que mover su cabeza para mirar al otro lado, se sobresaltó cuando sintio una pequeña mano en su cuello, sus ojos se cerraron y su cuerpo se quedó rígido cuando sintio un soplo en su oreja.

- No tientes a mi paciencia, mocoso -

Harry se estremeció ante la voz baja y susurrante de su profesor y solo pudo atinar a asentir, sintió a su profesor alejarse y él se levantó rápidamente para estar lo más lejos posible del mayor. 

- Ahora habrá la puerta del baño y déjese de payasadas -

- Mm, bien -

Harry se levantó y camino los pocos pasos hacia el baño, mientras que su profesor tardó un poco más para llegar a la puerta de madera, el menor anotó dejar las puertas abiertas para que así su profesor no estuviera de tan mal humor y no lo molestara. Dentro del baño, comenzó a ocurrir la situación más incómoda del mundo, Severus quería ir al baño, ¿Pero como haría para alcanzar el inodoro?

- ¿No sería más fácil que lo hiciera en la ducha? -

- Cierra la boca -

- Pero... -

- ¡Callado! -

Harry cerró su boca y miro para cualquier lado que no fuera su profesor que estaba comenzando a enrojecer, un poco por la furia y otro poco por la vergüenza.

- Vete -

- ¿Que? -

- Ve afuera, me las arreglare -

Mini-SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora