Veintisiete

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La comida con Raphael Dubois es de los más incómoda, al menos para mí ya que solo me presta atención a mi mientras que Marisa parece que solo está pintada y con lo callada que está realmente lo parece. Pero lo incómodo es tener al francés pegado hablándome sin parar, mirando mi rostro y cada movimiento que hago.

Se ríe sin parar de sus propias gracias y yo tengo que fingir que me interesa lo que dice y respondo con frases cortas tratando de hacer la comida lo más rápida posible, cosa bastante difícil porque insiste en pedir hasta el postre y una copa de vino final que me obliga a brindar con él.

Mientras el hombre habla por debajo de la mesa disimuladamente uso el móvil escribiéndome mensajes calientes con mi adonis perfecto al que tanto extraño y eso que apenas llevamos unas horas separados, pero ya quiero estar de nuevo con él.

Suena un poco toxico, enfermizo y dependiente pero me da igual, yo soy feliz y a quien le moleste que no mire. Miro la foto de perfil en la que sale tan guapo, se la saqué yo porque se compró un nuevo traje azul marino echo a medida y estaba para comérselo, no pude resistirme cuando lo vi salir así de casa y le saqué al foto tan sexy y casual en el ascensor, la mejor parte es que salgo reflejada en el espejo detrás de él y se la puso de perfil en casi todas las redes sociales.

Ma belle Loren —oigo que me llama pero estoy ocupada esperando la respuesta de mi Ethan y no le presto atención—. Ma belle.

Levanto la cabeza nerviosa y echo un rápido ojo a Marisa para que me ayude pero baja la cabeza muy cohibida centrada en su comida. Lleva toda la comida siendo ignorada ya que el francés solo me habla a mí.

—¿Ocurre algo? —pregunta y como no me salen las palabras niego con la cabeza—. Ensuite, pourquoi es-tu avec le mobile? 

Al ver que señala hacia mi regazo entiendo lo que me pregunta.

—Disculpa —fuerzo una sonrisa guardando el móvil en mi bolso—. Es mi madre, se preocupa mucho por si como bien y si descanso.

Oh les mamans les meilleures choses de la vie —suspira el francés dando un sorbo a la copa de vino.

Dejo el tenedor a un lado y cojo mi chaqueta del respaldo de la silla.

—Lo cierto es señor Dubois es que estamos muy cansadas y deberíamos ir a descansar un rato si no le molesta —digo tocando el brazo de Marisa para que me apoye que asiente recogiendo sus pertenencias—. Y como esta tarde tenemos una reunión, creo que lo mejor es descansar un rato.

—Tienes toda la razón, belle Loren —dice y suspiro aliviada.

El francés se encarga de pagar la cuenta en lo que nos traen los abrigos y ya en la puerta Marisa está pidiendo un taxi cuando Raphael se me acerca rodeándome la cintura con el brazo peligrosamente cerca de tocar mi culo.

—Ha sido un placer parler avec toi, ma belle Loren —me da dos besos en cada mejilla dejándome la piel húmeda de su saliva y me trago la repulsión que me da y el odio a las formas de saludarse de estos europeos—. Nos veremos mas tarde.

Fuerzo una sonrisa y me aparto con la excusa de subir al taxi en el que Marisa ya subió.

El francesito me dejó un sabor amargo con esa forma de acercarse tanto, de tocarme, de besarme las mejillas y hablarme de un modo tan cercano coqueteando.

Llegamos al hotel y me tiro en mi cama después de correr las cortinas. Pongo una alarma para levantarme a tiempo para la reunión y antes reviso los mensajes que tengo de Ethan donde me dice lo mucho que extraña no tenerme desnuda sobre su mesa en la oficina y que las reuniones y las horas se le pasan eternas sin poder ir a verme trabajar. Bueno él dice trabajar y yo digo molestar porque siempre viene a estropear mis momentos más concentrada para distraerme con sus benditos labios. 

Llama de la pasión ✔️ [Llamas #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora