Cuarenta y cuatro

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Observo a mi marido precioso salir de la piscina y me muerdo el labio apreciando como el agua resbala por su escultural cuerpo y cuando se mueve se le marcan los músculos de piel reluciente como las piedras preciosas.

Todo eso me ando comiendo.

Cuanta envidia debo despertar ahora que soy oficialmente su esposa y es todo para mi.

Coge una de las toallas que el empleado le ofrece y se me cae la baba cuando se la pasa por el cuello, los brazos, el torso. Se pasa la mano por el pelo y le caen algunos mechones por la frente.

Me ve y sonríe. Dios que sonrisa de labios pecaminosos, tan carnosos, tan suaves, tan ricos...

Se acerca a mí. Me derrito, y no por el sol. Veo como se relame los labios mirándome entera con este bikini que elegí pensando en él. Se agarra el bañador apretando la mandíbula y me imagino lo cachondo que le pongo porque él me pone igual a mí.

—Me gustas en traje, me encantas en ropa informal, me excitas en bañador todo mojado —digo y se ríe—, y me volverás loca desnudo.

Oh señor bendice este alimento que me voy a llevar a la boca.

Me levanto de un salto en cuanto lo tengo delante, me pongo mi bata de playa por encima y le agarro la mano llevándolo detrás de mí.

—¿A donde vamos? —pregunta siguiendome de cerca.

Llamo al ascensor con urgencia y este se abre. Nos meto dentro golpeando el botón de nuestra planta y las puertas se van cerrando.

Me giro hacia Ethan y lo agarro de la nuca pegando nuestros cuerpos notando el calor y como me moja en todos los sentidos.

—Vamos a la habitación porque voy a matarte a polvos —digo antes de besarle apasionadamente.

[...]

Oigo un suspiro de satisfacción detrás de mi mientras termino de abrocharme el sujetador.

Veo a Ethan a través del espejo acercaras solo con la toalla recién salido de la ducha.

—Me gusta salir recién follado y que todos me miren con envidia —me rodea la cintura con los brazos besando mi hombro, mojandome con las gotas que caen de su pelo—. Y más me envidian por ir con la mujer más hermosa del planeta.

Por la noche cogimos el avión privado para seguir por nuestro pequeño tour por Europa, hay tanto países que me gustaría visitar. Y aunque no lo hagamos ahora tenemos todo el tiempo del mundo y la tarjeta de mi hombre para hacer esos viajes. Pasamos tres días en Inglaterra y tengo unas fotos preciosas junto al Big Ben y en el ojo de Londres además de que hicimos un montón de compras en los mercadillos y tiendas más famosas. Después hicimos una parada en Alemania donde vimos un par de monumentos y galerías de arte y comimos de todo.

Ahora estamos en Italia y tenemos muchas cosas que hacer en estos tres días. La primera es ir a un partido de fútbol que comienza en una hora por lo que me apresuro a terminar de colocarme la camiseta de la selección Italiana. Ethan termina de vestirse y se cuelga la bufanda del equipo en el cuello cogiendo mi mano para salir del hotel.

El exagerado de mi marido alquiló para ir por la ciudad un ostentoso Ferrari rojo, porque es marca de la casa palabras textuales de mi loco marido.

Llegamos al estadio con tiempo de sobra y hacemos cola pacientemente hasta llegar dentro. Ethan compra unas bebidas y unas palomitas con caramelo para mi ya que desde que empezamos el viaje se me despertó el hambre por tantas comidas típicas.

Buscamos nuestros asientos esperando pacientes que comience el partido.

—No entiendo mucho de fútbol —le digo a Ethan por lo bajo—, espero que no lo noten.

Llama de la pasión ✔️ [Llamas #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora