Nueve

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Aprovechando que es fin de semana me quedo todo el día en el apartamento de Ethan disfrutando de la comodidad de su colchón, la enorme televisión del salón y la cocina repleta de todo tipo de comida.

Aunque me paso el día sola en el piso me lo paso de maravilla sobre todo cuando encuentro el baño con sauna y ducha de hidromasaje que también es jacuzzi. Este piso tiene muchas sorpresas que me encantan, y cuando encontré el palomitero escondido en un armario de la cocina fue la mejor parte. 

Después de una tarde maravillosa metida dentro del jacuzzi comiendo helado de chocolate y luego devorando palomitas sin parar delante de la gran televisión tirada en el sofá me meto en la cama para realizar un poco de trabajo para compensar no haber echo nada durante toda la mañana y tarde.

Con el portátil en mi regazo después de una rápida ducha me pongo a trabajar unos minutos hasta ser interrumpida por los mensajes que me llegan.

Señor egocéntrico: No sabes cuanto te hecho de menos.

Empiezo a creer que todos los hombres del planeta son unos bipolares muy molestos. Con este hombre me acabarán saliendo canas antes de tiempo. Ayer estaba todo enfadado y no me dejaba tocarle por lo que ocurrió en la mañana y ahora viene a mi como un perrito pidiendo amor o quizá sea mas como un gato arisco que quiere cariño pero luego se pone digno y no quiere que lo toquen.

Tiene suerte de que me gusten los gatos.

Loren: Yo también te echo de menos.

Me mordisqueo el labio reprimiendo una sonrisa al enviar ese mensaje y unas cosquillas ansiosas crecen en mi estomago esperando nerviosa su respuesta que llega al instante.

Señor egocéntrico: ¿Me enviarías una foto sin ropa?

Mis ojos casi se salen de mis órbitas al releer por tercera vez el mensaje darme cuenta de que he leído perfectamente y de verdad me acaba de pedir que le envíe fotos guarras. 

Loren: ¡NO!

Señor egocéntrico: Por favooor.

Dejo su mensaje en leído y los pocos segundos el móvil empieza a vibrar con una videollamada entrante de mi adonis idiota directamente al portátil donde nada mas aceptarla veo a mi dios estúpido y ególatra aparecer tan atractivo en la pantalla. Sentado contra la pared igual que yo, con el pelo rubio desordenado y no lleva camiseta, por lo que puedo ver a la perfección ese abdomen firme y musculoso de piel cremosa como la nata.

—Por favor —suplica nada mas descuelgo y coloco el portátil delante de mi para que me vea igual que yo a él.

—¡No! —grito avergonzada mordiendo mi labio inferior al verlo tan sexy.

Aunque no me negaría que por mi cabeza también pasa la idea de que me envíe fotos calientes.

—Tú también estás deseando verme desnudo, lo veo en tus ojos —acusa entrecerrando sus ojos flexionando su brazo detrás de su cabeza.

Lo está haciendo apropósito y la sonrisa traviesa que se forma en sus labios me pone los pelos de punta. Se me corta la respiración cuando enfoca hacia abajo su abdomen delgado y tan musculoso y sexy, sus abdominales marcados con esa piel clara y reluciente.

—Maldita sea —gruño por lo bajo por las ganas que me están entrando de tocarlo y dejar que me toque.

Oigo su risa y veo esa sonrisa cuando vuelve a enfocarse a la cara.

—¿Me enviarás esas fotos? 

—Eres un enfermo depravado.

—Puede que un poco —admite orgulloso el muy cara dura—. ¿Cuando vuelva me dejarías atarte a la cama? Ahora me toca a mí.

Llama de la pasión ✔️ [Llamas #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora