05

467 58 48
                                    

Seokjin

— ¿Te hicieron algo? — pregunté mirándola. Ella sólo negó levemente y siguió con su vista a la autopista. — ¿Por que carajos te sales de la casa así? ¿No te enseñaron a que debes respetar a los mayores?

— Lo siento. — se rehusó a mirarme. Detuve el auto ya que la luz estaba roja. Me giré para verla, su mirada se veía perdida. Con delicadeza tome su mandíbula girándola a que me mirara. Vi unas gotas recorriendo sus mejillas.

¿Que se supone que haga? No se como tratar a una chica que está llorando. ¿Debo abrazarla, besarla, aconsejarla, escucharla, mimarla o todas las anteriores? ¿¡Por que las mujeres no pueden venir con un jodido manual!?

— Umm... oye... honestamente no se que hacer. Nunca he estado en una situación cómo estás con una mujer. — reí levemente. — Pero si necesitas... ya sabes, hablar con alguien o un abrazo yo puedo darte un poco de mi tiempo.

— Seokjin de verdad odio lo egocéntrico que eres. — río mirándome. — Pero gracias, por todo esto. — sonrió mostrando sus dientes.

Su sonrisa... no se que me tiene más adicto. Su sonrisa, o sus bellos ojos color océano.

¿Compraste mi helado? — soltó luego de un tiempo.

— ¿No se te olvida? — negó. — Bien, antes de venir pedi todos los sabores de helado ya que no sabía tú favorito.

— Es el se chocolate. — me miró. — Pero me gustan todos de igual manera. — río tímidamente.

En el caminó a casa ella hablaba sobre su vida. Descubrí que tenía ascendencia latina, ya descubrí como tiene tan buena figura. Le gusta hacer muchas cosas, tenemos cosas en común pero también muchas cosas que no. Ella hablaba, y yo solo la escuchaba. Una que otra vez le tiraba un chiste con doble sentido y miraba mal.

[...]

— ¿Como comes tantos sabores de helado en tu diminuto estómago? — la miré atentamente.

— No lo se. — respondió. — Solo los como, y ellos mismos se hacen su espacio en mi estomago. — me regaló una sonrisa. — ¿No quieres? — expendió una cuchara con un poco de helado.

— En mi dieta eso no está permitido. La Señora Jung me ve ingiriendo uno de esos helados, y me cuelga de la puerta.

— Vamos Seokjin, ella no está aquí. — movió un poco su mano extendida. — Dale si quiera una probada, prometo que no te arrepentirás.

La miré unos segundos. Mi madre y la Señora Jung me matarían, ¿que si tengo miedo? Pff claro que no, solo que... Mierda soy seokjin, no le tengo miedo a nada.

— Soy intolerante a la lactosa. — mentí.

— Que aburrido eres. — rodeó los ojos.

— ¿Puedo preguntarte algo? — ella asintió. — Puede ser algo fuera del lugar... y mucho más metiche de mi parte pero ¿Donde se encuentra tú padre?

— ¿Padre? — río levemente. ¿Que había sido chistoso. — No tengo padre. Ese señor engañó a mamá, pero nunca lo dejó,
Al principio no lo captaba, ahora lo entiendo, él le rompió el corazón. — miró hacía otro lugar.

— Lo siento, no quería hacerte sentir incómoda.

— No te preocupes, no me molesta hablar de el. — se encogió de hombros. — ¿Y donde se encuentra tú padre?

— Ohh bueno... — rasque mi nunca. — Debe de estar en uno de sus viajes de negocios o follando a una estadounidense. Siempre fueron su debilidad.

— ¿No vive con ustedes?

— Si, bueno, cuando quiere. Solo viene a gritarle a mi madre o a decirme la porquería de hijo y persona que soy. Luego se va por unos meses, o quizá años, no lo se realmente y vuelve como si nada. — respondí frío, sin ninguna expresión.

— Umm... lo siento, no quería ser tan metida, solo que aveces mi curiosidad es muy indiscreta. — apretó sus ojos y sonreí levemente.

— No hay problema, no me importa mucho mi padre, si es que así se le puede llamar. — me encogí de hombros.

— Vi que eres muy apegado a tú madre, debe ser lindo ser hijo único. — negué.

— No soy hijo único. Tengo un hermano, solo que no tenemos una buena convivencia y por eso mi padre lo envió al extranjero para que se encargara de las empresas. No soy muy deseado por parte de mi padre y de mi hermano. — reí. — Pero mi madre si me quiere, o bueno, eso me demuestra ella. A pesar de ser algo mandona y demasiado estricta, ella siempre se preocupa por mi.

— Tú madre te quiere demasiado. — me miró. — El día que vine a conocer a los vecinos. — río. — Ella me habló cosas magníficas de su hijo... solo que... luego se me borraron todas las expectativas cuando llegaste tú. — rodeó los ojos.

— ¿Discúlpame? — reí sin gracia. — Soy un chico genial, a puesto, con buen cuerpo, mucho dinero, puedo follar demasiado bien, el más bonito de la universidad y podría seguir con la lista de lo perfecto que soy pero eso sería bajarte el autoestima. Así que no seas ridícula. — ella río mirándome.

— Acaso te... ¿ofendiste? — bromeó sin gracia para mi.

— Cierra la boca. — la miré y me crucé de brazos. — Vete a la mierda Seo-hyeon. — amague para irme pero ella subió a mi regazo.

— Ya no te enojes Jinnie. — me miró con sus profundos ojos color océano. Mire hacía otro lugar, siempre funciona con las chicas.— Vamos Seokjin, no seas así conmigo. — tomo mi rostro y lo giró para que la viera.

Sonreí por mis adentros. ¿Acaso me estaba suplicando? Pequeña sumisa mía. No se lo que me está pasando, pero a mi amigo de ahí abajó esta posición le está gustando y lo está demostrando.

— Oye. — se quejó. — ¿Que hago para que me perdones? — miré para arriba unos segundos y luego infle un poco mis labios. Ella me miró a los ojos. Claro que sabía lo que quería. Su mano paso por detrás de mi cuello así atrayendo mi rostro hacía el suyo.

Junto nuestros labios. Sus labios se movían a la lentitud de una clase de biología. Era más complicado de descifrar que un cálculo en matemáticas. Su mirada inocente, su beso indecente.

Tome sus muslos apegando sus caderas más a mi. Profundice el beso tomando su mandíbula entre mis manos. Ella empezó a mover inconscientemente sus caderas, mierda, debo contenerme.

Debo hacer que ella me suplique, no yo a ella.

BLUEBERRY [SEOKJIN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora