Cherry movió su mano intentando dar con el calor de Bill, pero sólo se encontró con el frío de la seda de las sábanas. Inhaló el olor que quedaba de él y se levantó de golpe, tratando de evitar cualquier conmoción que experimentara. Quería aprovechar la chispa de determinación que quedaba en ella.
Abrió la puerta de la habitación con cuidado y sintió un olor seductor a panquecas desde la cocina. Miró por inercia a la mesa de noche al lado de la gran cama en busca de su celular para poder recordar el día. Velozmente recordó el sonido estrepitoso de todas las piezas de lo que era su celular volando encima de ella en el baño. Volteó su cuerpo al baño, pero encontró todo limpio. La habitación también estaba impecable. A su mente llegó una corriente de respuestas y supo que era viernes. Probablemente Mónica había limpiado todo y se había ido ya. Temió un poco ante la amenazadora idea de soledad con Bill, pero el olor a panquecas se incrementó y vio su alta silueta en el marco de la puerta con una sonrisa tierna. Se sorprendió al verlo irradiando tanta felicidad y serenidad, de forma genuina. Aquello la destruyó.
-Me alegra verte despierta, bebé. Ya el desayuno estará listo.- Se acercó y atrapó su rostro en un largo beso. Las manos de Cherry corrieron al cabello de Bill y lo acariciaron lentamente. Bill jadeó cuando se separaron y le sonrió una vez más, contemplando el rostro divino de ella. Sin más, se volteó y abandonó la habitación.
Cherry se cambió sin producir mucho ruido lo más rápido que podía. Se colocó una camisa vieja de ella y unos pantalones holgados cómodos, no quería que nada le estorbara una vez saliera por la gran puerta del hogar. Sin saber con certeza si tendría que correr o esconderse, trató de ponerse algo útil. Se maldijo y pensó que tal vez estaba exagerando las cosas... Sin embargo, el deseo de irse, seguía ahí. Descolgó su ropa con velocidad y metió cada prenda sin doblar apropiadamente en la maleta. Miró el closet de Bill por última vez, asegurándose que no le faltara nada.
Sintió los pasos de Bill aún circulando por la sala y terminó de empacar todo.
Agarró las dos pesadas maletas y torpemente reunió valor caminando hasta la sala. Bill volteó con una cálida sonrisa y con una de las miradas más suaves que habría posado en Cherry desde que se conocían. Cherry sonrió incomoda ante la situación y vio borrarse lentamente la sonrisa de Bill al estrellarse con su equipaje. Bill tragó en seco y metió sus grandes manos en sus bolsillos.
-Desayuna.- Dijo él sonriendo con tristeza y señalando las panquecas con arándanos encima del comedor.
Cherry soltó las maletas sobre el mueble y vio a Bill tomando las cosas de ella sobre el estante y metiéndolas en una bolsa. Cherry se extrañó ante la actitud de Bill y siguió comiendo.
Detallaba la piel suave de Bill y sus hipnotizantes labios. Como deseaba que todo fuera diferente. Como deseaba no tener que irse o tener que escapar de él. Ni si quiera sabía con certeza si eso hacía. Por un segundo quiso hacerle el amor, ahí mismo, por última vez. Pero castigó sus ideas y se concentró en masticar sin ganas. Obvió lo delicioso de su desayuno por la confusión de sus deseos, su mirada viajaba del suelo al rostro iluminado de Bill.
-Eso será una buena idea. Si llegan a venir, no habrá rastro de ti.- Dijo Bill dejando las cosas de Cherry reunidas sobre el mueble. Se acercó al pequeño cuerpo de la chica y cuando estuvo a punto de plantarle un beso en la frente, el cuerpo de Cherry se echó para atrás. En el momento que pronunció aquella frase, Cherry había comenzado a temblar.
-Bill, me voy.- Dijo ella de inmediato.
Un pesado silencio se interpuso entre ellos y logró reconocer algunas lágrimas en los ojos de Bill.
-Puedo cuidarte.- Dijo él, tomándola de la mano y besando sus nudillos. Se puso de rodillas y la miró expectante.
-Tengo que irme, Bill.- Dijo de nuevo mirándolo con lástima.
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Yes, daddy, i will • {Bill Skarsgård} •
РазноеEn una fría tarde lluviosa, con amigas aparentemente indiferentes, un dolor que se hunde con parsimonia en tu pecho y la desorientación afligiéndote. Lo único que te queda es su mirada intensa que te empuja a la obediencia, la sumisión y a callar el...