Fyra

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Bill estaba sentado en la cama esperando que Cherry se cambiara. Al despertar se encontró con Mónica haciendo espacio en el closet de Bill y acomodando sus prendas. No cuestionó ni objetó al respecto puesto que para nada eso era una molestia para ella. Bill estaba cambiado, perfumado y tenía el cabello aún húmedo de haberse bañado. Frente a él, estaba el cuerpo desnudo de Cherry y la luz del sol chocando contra su suave piel. Veía como subía con delicadeza sus prendas y como peinaba su corto, lacio, con algunas ondas y abundante cabello. La castaña era increíblemente sumisa. No entendía que era eso que le impedía ir contra lo que le señalara Bill a hacer. Disfrutó que él la viera cambiándose, disfrutó de sus suspiros y como él la deseaba con locura. Disfrutó incluso de cuando le dio la orden. Era impresionante cómo podía verla con ternura, y de un momento a otro fugazmente se volviera alguien torcido.

Una vez cambiada, Bill y ella salieron agarrados de las manos, se sentía tonta. Pero si iba a pasar tres meses en Suecia, debía hacerlo de manera inolvidable, supuso. La mano de él era ridículamente más grande que la de ella.

Con amabilidad se despidieron de Mónica y siguieron su camino. Bill salió primero y encendió un cigarro. Dio una calada y fijó su mirada en la de Cherry.

-¿Cuándo me darás mi celular?-  Preguntó la chica. Bill sacó su cigarro y lo acomodó en los finos labios de la chica. Cherry no era experimentada fumando, pero quería impresionarlo.

-Luego de hoy... - Se acercó a su oído -Tendrás que ganártelo. Si eres una buena chica, lo tendrás.- La chica toció, y asintió. Bill se acercó y le plantó un beso en la frente.

En el carro se deshizo de sus zapatos y subió sus pies en el regazo de Bill mientras conducía.

-Entonces todo este tiempo fue mutuo...- Dijo ella quebrando el silencio.

-¿No lo sabías acaso? Por la forma en que me sonreías, agitabas tu cabello y nos tropezábamos accidentalmente siempre lo supe.- Entre las palabras Bill sonreía, pero se mantenía concentrado en la carretera.

-Claro... Me encantaba verte. Debo admitir, que siempre que Eija me invitaba a su casa me emocionaba un poco de más. Te veía tanto que me di cuenta que eres visco.- De repente la expresión de Bill cambió, de ser un campeón a que se le  escapara una risa cálida. Más allá del morbo y como lo deseaba, sentía regocijo al verlo feliz.

-Sí lo soy, de hecho.- Dijo él y se hecho a reír.

-Bill...- Él la ignoró unos instantes, esperó un semáforo para voltear y mirarla de forma severa - Perdón, Daddy.- Sonrió ligeramente y acarició el muslo de la chica.

-Si hay alguien más me llamarás Bill, sino, sabes que habrán consecuencias.- Agarró su mano y la besó. Le encantaba como podía atraer toda la atención del hombre.

Bajaron y comenzaron a caminar, Bill le compró un helado, mientras él tomaba un café. Se sentaron y se miraron fijamente. Era un silencio cómodo, Cherry solía creer que los silencios cómodos estaban sobrevalorados, pero hasta el momento que te involucras en uno de ellos eres consciente porque las personas comúnmente viven fascinadas con el hecho de decir todo sin necesidad de hablar.

Cherry se detuvo a maravillarse con la belleza de Bill. La simetría de su rostro, la belleza de sus ojos y como la forma de mirar se hacía más atractiva que el propio verde que teñía sus ojos, sus labios carnosos e hidratados, su nariz que era una aguja en un pajar, su cabello suave y dorado, su piel blanca y hermosa. La imponente que podía llegar ser... y simultáneamente como tenía la cara de un ángel. Lo único que podía apagar aquel resplandor que emanaba era él mismo con su propia oscuridad.

 Lo único que podía apagar aquel resplandor que emanaba era él mismo con su propia oscuridad

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Yes, daddy, i will • {Bill Skarsgård} •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora