Encerrados en un cubículo tratando de hacer el menor ruido posible, la chica se preparaba para negarse con hastío a tener relaciones en un simple centro comercial, en un simple baño, se sintió que carecía de respeto. Apretando los labios y rodando los ojos, movió su cabello y se topó con Bill y una pequeña caja dorada, con una cinta arriba. Sonrió confundida. Bill dejó a la pequeña tocar la caja que reposaba sobre sus palmas, la abrió y permitió que asomara sus expresivos ojos marrones. Dentro de la caja estaba tendido un aparato rosado, parecía suave y de silicona, con colas circulares, una más grande que otra. Bill la miró travieso y pasó su lengua encima de sus dientes. En un comienzo a Cherry le costó entender, pero su memoria buscó en los escombros de lo que alguna vez había visto.
-¿Quieres que Daddy te ayude o puedes manejarlo sola?- Bill sacaba el pequeño y aparentemente suave vibrador dejándolo en las manos de tersas de Cherry.
-Creo... que puedo sola.- Bill en medio que ella hablaba se acercó casi juntando sus labios.
-Está bien.- Asintió y se deslizó entre la puerta y la nada. Cerró y recostó su pesado cuerpo en la puerta.
Cherry evaluaba la situación y agradeció que no fuera un desesperado y actuara como un novio de secundaria con problemas para bajar una erección. No volvería a tener que vivir el martirio de hacerlo en un baño público. Luego de pensar un poco, recordó a sus amigas, las imaginó haciendo chistes "Andabas cagando". Y ella apenada trataría de convencerlas que nada de eso. Bajó sus pantalones y su ropa interior, abrió un poco sus piernas, y esperó no hacer mucho contacto con el asiento del inodoro. Tomó aire e introdujo el pequeño artefacto. Bill veía a los lados mirando su celular. Era martes por la tarde, el ambiente era tranquilo, así que sabía que no habría nadie cerca, merodeando e interrumpiendo. Oía como las suelas de los zapatos de Cherry tocaban el suelo y se arrastraban. Luego de un rato la chica chocó su pequeño puño contra el vidrio avisándole a Bill que se hiciera a un lado.
El grande y musculoso cuerpo dio espacio para que la chica se desplace. Se sentía extraña, pero nada que no pudiera ignorar. No podía decirle que no, y tampoco quería. Estaba intrigada. Nunca vivió algo del estilo. Salió rápido procurando que nadie la viera. Bill esperó que caminara unos metros y la siguió.
Cherry se las arregló para caminar de la misma forma. Vio a sus amigas sentadas en una banca esperándola. Reían y comentaban sobre los años luz que su amiga había pasado en el baño, y señalándola de que no había cagado en su casa, predecible. Aún así, lo tomó con gracia. Querían compartir la cena y luego partir a sus hogares. Estaban cansadas de todo el día hablar y jugarse entre sí, no cansadas de si mismas, de su compañía sino del día en general. Se les antojaba algo ligero. Dinah y Camila llegarían en cualquier instante, también para comer, compartir un poco más e irse. Se sentía como si el tiempo fuese limitado, y en estas condiciones era extraño. Cuando dio el primer pasó fuera de ese avión, acompañada de sus amigas se sintió sin restricciones, sentía que en ese lapso de tiempo cada que las viera por última vez no estaría nostálgica o pensativa, las volvería a ver y eso estaba dado por sentado. Pero ahora que estaba en otro hogar, otro alrededor y alguien más, el sentimiento estaba de regreso. Sin embargo, no quería irse. Atormentada en su inoportuna melancolía sintió un suave movimiento dentro de ella. Miró el suelo, y apretó las piernas sutilmente. Observó arriba del hombro de Sarah, y su mirada se estrelló con Bill atento a ella. Tenía su móvil en la mano. Volvió a acomodarse en el asiento cuando volvió a sentir más. Jadeó un poco. Sus amigas voltearon preocupadas, ella borró la estúpida sonrisa juguetona que traía en la cara.
-Cólicos.- Explicó ella alzando los hombros.
-Con razón duraste tanto en el baño.- Se hecho a reír Eija.
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Yes, daddy, i will • {Bill Skarsgård} •
AléatoireEn una fría tarde lluviosa, con amigas aparentemente indiferentes, un dolor que se hunde con parsimonia en tu pecho y la desorientación afligiéndote. Lo único que te queda es su mirada intensa que te empuja a la obediencia, la sumisión y a callar el...