con uñas y dientes

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se aferra a la vida, aunque la que vive sea tan triste

con uñas y dientes, se aferra incandescente

pobrecita

pero la esperanza es lo ultimo que muere, aunque lo único que esta desee

sea su muerte.





Los Kakushis corrían de un lado a otro de la forma mas sigilosa posible, buscando incesantes el escondite de la demonio Kagami

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Los Kakushis corrían de un lado a otro de la forma mas sigilosa posible, buscando incesantes el escondite de la demonio Kagami. Tenían que encontrarla ya, Fubuki se estaba desesperando y si no lograban regresarla a su forma normal en poco tiempo la demonio enloquecería y acabaría con todos.

Enloquecería, esa era la palabra perfecta para definir el estado actual en el que estaba entrando Fubuki. Venas marcadas en sus manos, brazos y caras, pupilas felinas dilatadas y ojos rojos, abiertos a mas no poder, respiración errática. Enloquecida.

Le acababan de quitar a su presa designada, interrumpiéndola y luego dejándola sola, ignorándola por completo, como diablos se atrevían. ELLA NO ERA UN MALDITO ADORNO INUTIL. Aire caliente salía de su garganta en forma de vapor, las celestes garras que tenia por uñas parecían crecer con cada segundo y por primera vez en años, su pálida cara se tornaba roja de la ira absoluta.

Una aterrada Akane la miraba desde lejos, el cazador de demonios con cabello turquesa y puntas negras aplicaba un liquido que apestaba a medicina en las quemaduras de su rostro y brazos, cambiando las vendas con una rapides impresionante, era realmente talentoso.

- espero que sepas que a menos que quieras morir ya no puedes ir a luchar - hablo directo mientras cambiaba una larga venda en el antebrazo de la joven, le tenia que poner atencion extra a la muchacha, las quemaduras eran una de las cosas mas dificiles de tratar si no queria que se infectaran con el tiempo.

Esta solo acepto con la cabeza, Yushiro suspiro.

Lentamente empezó a desvendar la pierna del pie amputado, el corte era limpio y sanaría rápido pero aun tenia que limpiarla de toda la suciedad que hizo contacto con la carne viva, se podía infectar y eso no seria ni fácil ni rápido de curar.

Kanao se había ido en el momento en el que Yushiro llego, debía ayudar a buscar a la demonio causante de sus problemas y tenia que dejar acceso libre a Akane y Yushiro, si se quedaban muchos en un solo lugar seria mas simple que Fubuki los notara y eso era algo que no se podían permitir de ninguna forma.

Corría lo mas rápido que sus lastimadas piernas le permitían a la par que temblaba cada vez que escuchaba algún estruendo escandaloso que causaba Fubuki en su incesante búsqueda para matarlos, respiraba entrecortada y sudor caía por su frente de forma descontrolada, causando que su flequillo se pegara contra la húmeda piel pero no le importaba en lo mas mínimo.

Glicinas de Invierno: Fuyu no FujiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora