memorias de un antepasado infeliz

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una triste flor que se ahoga en su tristesa pero se niega a contar sus penas, muestra sus coloridos pétalos para que no noten lo desgarradora que siente su existencia, es una pobre flor que lentamente se congela

una triste flor que se ahoga en su tristesa pero se niega a contar sus penas, muestra sus coloridos pétalos para que no noten lo desgarradora que siente su existencia, es una pobre flor que lentamente se congela

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Su respiración era errática y dolorosa, no entendía como ese maldito cazador pudo hacerle tanto daño con tan solo un par de ataques, quería matarlo, hacerlo sufrir y que se esfume de la faz de la tierra.

Habia tardado demasiado tiempo en regenerarse y aun seguía prácticamente bañado en su propia sangre y sin las energías para siquiera ponerse de pie, las venas se enmarcaron en su herido rostro, y resignado apoyó su espalda en una gran roca mientras sostenía un gran corte en su talón que no lograba regenerar, maldecía por lo bajo al tiempo que sus pesados jadeos invadían todo el tranquilo bosque de bambús al que había escapado, el maldito Tsugikuni casi lo mata y Tamayo se atrevió a traicionarlo en el momento mas crucial, era una estúpida desertora.

- Malditas escorias - escupió con odio, esa humillación no se quedaría así, el dominaría el sol y mataría a todos los cazadores de demonios, después de todo ya había transformado al hermano del bastardo y eso era una buena venganza por el momento.

Fue interrumpido por el crujido de las hojas secas siendo aplastadas, lo que lo hizo levantar la cabeza inmediatamente, no era buen momento para que un cazador lo encontrara.

Pero al parecer era su noche de suerte.

Definitivamente no era un cazador, era una jovencita de apariencia débil, debía redondear unos 17 años o un poco mas, cristalinas lagrimas se deslizaban por sus mejillas mientras tarareaba una canción y pese a mantener su mirada en el suelo esquivaba los arboles como si conociera la ubicación de estos a la perfección.
Por sus vestimentas y su corte de cabello parecía ser alguien de familia humilde pero tenia una apariencia bastante extraña, su cabello era platinado haciendo que la luz de la luna reflejara brillante como si fueran hilos de plata y era muy pálida, tanto que si la encontraban dormida probablemente pensarían que estaba muerta.

Al escuchar los incesantes jadeos, la joven levanto su cabeza alarmada pues ingenuamente pensó que se encontraba sola. Al ver al desconocido bastante herido su mueca de tristesa se transformo en una sorprendida y sus mejillas se colorearon más rojizas de lo que ya estaban por culpa de la vergüenza que la invadió.

- Por dios, déjeme ayudarlo! - dijo casi en un grito mientras corría hacia el rey de los demonios secándose las lagrimas con las palmas de sus pálidas manos.

- no te- ugh!- estaba a punto de replicar pero el agudo dolor en su talón le impidió terminar su frase, además la chica podría ser un buen aperitivo para recuperar fuerzas.
Le parecía una estúpida al ayudar sin saber quien era, demasiado ingenua y amable.

La joven lo sujeto por los hombros poniéndose como soporte y a paso lento se encamino por el frondoso bosque de bambú, Muzan se sentía desorientado pero la peliplata parecía saber a la perfección a donde se dirigía por lo que se resigno a seguirla mientras apretaba sus dientes gracias al dolor, aun no tenia la fuerza necesaria para matarla pero se la comería a penas lo cure, o tal vez seria misericordioso y la convertiría en demonio por haberlo ayudado.

Glicinas de Invierno: Fuyu no FujiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora