El cumpleaños de Tauro

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Mientras Aldebarán barría afanadamente su templo, su mente estaba dispersa en la organización para su fiesta de cumpleaños.

Como cada año, solía salir con alguna novedad para convivir con sus compañeros de armas, esta vez planeaba algo más grande que las anteriores, por eso quería hacerlo con anticipación.

Al terminar los últimos detalles dentro de su templo, se dirigió hasta la casa de Aries pues quería pedirle ayuda con la fiesta aunque al llegar este estaba ocupado reparando una de las armaduras de los caballeros de bronce.

—Buen día, Mu —saludó primero—. ¿Estás muy ocupado? Necesito tu ayuda en algo, en una semana será m-

—Ahora no, Aldebarán —interrumpió—. Necesito terminar estas armaduras hoy mismo y mi maestro quiere que salga de misión al anochecer —menciona sin mirarlo—. Hazme un favor ¿quieres? ¿Podrías subir y decirle que si no le puede dar la misión a Aioria? No creo poder terminar a tiempo.

—Ah... claro, no te preocupes, nos vemos.

Así Tauro se retiró sin tener oportunidad de mencionar lo que quería. Alguna de las casas que subió estaban vacías por lo que fue fácil pasar hasta la de Sagitario.

—Oh, hola, Aldebarán. ¿Qué te trae por aquí? Casi nunca subes —menciona Aioros con su tranquilo semblante logrando sacar una risa al contrario.

—Voy con el Patriarca, Mu está muy ocupado y le hizo un encargo, de hecho ahorita que fui a buscarlo estaba realmente agobiado, no pude ni mencionar que dentro de una semana ha-

—¡Aioros! —gritó un Saga saliendo de la habitación con enfado—. ¡No te permito que vuelvas a encerrarme de esa manera por uno de tus berrinches! —reclama.

—Pero, Saga, yo no-

—¡Cállate! —lo haló de la oreja llevándoselo.

Nuevamente el brasileño se quedó con la palabra en la boca a pesar de que el momento le resultó bastante divertido. Sin más, subió hasta la cámara del Patriarca para informar el inconveniente con su discípulo.

—Ya tenía una tarea para Aioria. Aldebarán, estás libre ¿no? Tú te encargarás de cubrirlo —ordenó sin darle opción de replicar—. Deberás ir con el maestro Dohko a los cinco picos, tal parece que necesita algo de ayuda. Parte de una vez para que logres llegar en cuanto antes.

Ya en camino se resignaba pues el tiempo se le vendría encima para lo de su cumpleaños, pero Tauro es optimista por lo que pensó en que podría seguir planeando y al regresar hacerlo lo más a prisa que pudiera.

Grave fue su error porque en cuanto tuvo un pie sobre las montañas, el caballero de Libra lo mantuvo haciendo tareas  para arreglar su morada, a menos que deseara dormir afuera.

—Maestro, Dohko. ¿De verdad necesita esto?

—¡Por supuesto! Uno nunca sabe cuando necesitará un maguey.

—Pero me parece que estas no son las condiciones para que crezca.

—Aldebarán, dudas demasiado, te hace falta relajarte ¿cuántos años tienes? Eres joven todavía.

—De hecho la otra semana cump-

—¡Maestro Dohko! Shiryu está aquí, necesita hablar con usted.

—Gracias, Shunrei. Lo siento, Tauro. Después seguiremos conversando —prometió.

El día transcurrió y la conversación jamás se recobró. Al tercer día Aldebarán estaba pasando recetas con Shunrei en la cocina, dentro de ese intercambió escuchó unas muy apetitosas y rápidas, seguramente probaría alguna de ellas como alternativa para su cumpleaños ya que ahora tenía menos días. Dohko entró casi de inmediato para avisar al brasileño que Shion lo necesitaba de vuelta al Santuario pues su 'misión' había concluido y sin dejarlo terminar de anotar la receta ya lo estaba echando para que no se le hiciera más tarde.

One Shots [Caballeros del Zodíaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora