Un aperitivo de medianoche

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Papeles, permisos, actas, documentos importantes, cuentas, su tinta se acabaría antes de terminar de revisar y firmar todos ¿por qué había tanto papelero si ni siquiera era un negocio?

Un suspiro frustrado salió de la boca de cierto borreguito con ojos kunzita bastante agotados, se recarga sobre su escritorio escondiendo su rostro entre sus brazos tratando de no perder la compostura. No sabía cuánto había pasado ahí dentro pero podía sentir el fresco de la noche colarse por los ventanales de la habitación.

—¡Agh! Ni siquiera pude ver a mis muchachos hoy —se reprochaba haciendo una leve rabieta con sus pies.

Tan centrado estaba en sí mismo que no pudo notar la presencia de cierto chino a quien le sorprendió ver lo que todavía le faltaba al patriarca. 

—Vaya... sí que debe ser agotador ¿eh? 

Comentó Dohko sentándose a un lado y recostando el mentón sobre su mano relajado. Entonces explotó.

—¡Lo sé! ¿Tienes idea de lo difícil que fue sacarlos de sus países aun siendo huérfanos? Bueno no todos lo eran pero eso solo complicó más las cosas, ¡no querían venir! No sé en qué pensaba Sasha al encomendarme esto... No, fue la señorita Athena quien me dio esta misión porque podía cumplirla... ¡Pero es un desastre!

Shion se había levantado a caminar en círculos mientras balbuceaba con rapidez, incluso se cacheteó a sí mismo por la insolencia de llamar por su nombre humano a su diosa. Dohko estuvo a punto de ayudarlo a calmarse, no obstante el mayor parecía no verlo, este seguía hablando solo con mayor velocidad cada vez a la par de sus pasos llegando a marear a cualquiera que lo viera.

En cambio, el castaño estaba riendo bajo por lo divertida que le resultaba la situación. Se levanta de su lugar con una bolsa de papel, se acerca hasta donde yacía Shion y alza un mochi en el momento justo para meterlo en la boca del ariano quien como por arte de magia se detuvo a comerlo.

—Ya basta, Shion, ni siquiera me saludaste —regañó dándole un zape antes de acomodar las manos en su cintura fingiendo indignación—. ¿Y bien? ¿No dirás nada? —pregunta en el mismo tono.

—Mmh... ¿me das otro? —señala a la bolsa con el resto de los mochis.

—... —baja la cabeza rendido.

Le entrega la bolsa con los pasteles japoneses y el patriarca los acepta comiendo de enseguida otro, tenía hambre, ahora entendía por qué se sentía tan desesperado.

—¿Hace cuánto que no comes? —interroga burlesco.

—No sé ¿hace cuánto que no creces? —respondió por inercia arrepintiéndose al momento—. Lo siento, lo dije sin pensar... ¿qué hora es?

—Pasadas de las doce, cenicienta. 

Ignoró el comentario anterior acerca de su estatura pues conocía lo suficientemente bien a su amigo como para saber cómo se ponía cuando saltaba sus comidas, le era gracioso lo fácil que podía cambiar su humor con algo de comida.

Ve cómo empieza a contar las horas con sus dedos mientras aún tenía la boca llena y termina por encogerse hombros rendido.

—No lo sé, desde las siete quizás

—¡¿De la mañana?!

Asiente.

—Ay, Shion —se da un leve golpe en la frente.

Aún viéndolo comer tan pacífico solo pudo suspirar, no podía enfadarse con él. Reconocía que la labor de patriarca no era fácil mas no imaginaba que alguien como Shion perdiera la cabeza.

One Shots [Caballeros del Zodíaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora