O9

1.3K 195 81
                                    

⎯Me cago en mi puta madre...

Ahora Jack Conway era superintendente de Los Santos, su mujer fue asesinada hace quince años y Gustabo hace veinte, solo le quedaba su mejor amigo Viktor Volkov que conoció en aquella ciudad de mala muerte donde las denuncias estúpidas y las ventas de drogas son cosas de todos los días.

⎯Superintendente, hay dos gilipollas acá afuera que no paran de decir que quieren hablar con la autoridad máxima de la comisaría. ⎯Hablo el comisario ruso entrando a la oficina haciendo que el cascarrabias de Jack soltara un fuerte suspiro.

⎯Déjalos pasar...

Entonces vio primero salir a Volkov de la oficina, cuando este regreso lo primero que vio fue a un chico que llevaba una cresta en la cabeza, automáticamente pensó que solo eran unos idiotas, a pasado tantas mierdas en su vida que no estaba preparado para esto.

Un chico rubio, bajito -no mucho, pero si más bajo que Jack-, de piel blanca y ojos celestes entro riendo a carcajadas a el despacho de Conway junto al de la cresta.
Conway se puso de pie rápidamente y la risa de el rubio cesó de inmediato.

⎯Horacio Pérez, un gusto ⎯Dijo el de la cresta sonriendo con alegría por todo el cuerpo. ⎯Mi hermano y yo vinimos a hacer una denuncia por que nos amenazaron por Twitter, nos dijeron que nos habíamos metido con algo de la familia.

El Superintendente estaba sin palabras, solo podía mirar al chico rubio, pero claramente trato de disimular.

⎯¿Nos podría decir quien es usted? ⎯Preguntó Horacio al sentir el silencio de su hermano.

⎯Soy el Superintendente Jack Conway. ⎯Estiro la mano esperando que alguno de los dos la estrechara.

El rubio la tomó... y Conway aún recuerda ese tacto.

El de ojos celestes estaba ahí por el simple hecho de ir a molestar junto a su hermano Horacio. Hacer el gilipollas en frente de las autoridades, no tenían miedo a nada, ellos dos juntos eran el dúo dinámico, problemas andantes. Al recibir unas amenazas en Twitter que eran más patéticas que otra cosa se les cantó por ir a "denunciar" o mejor dicho, a tocar las pelotas a los policías corruptos, según muchos en esta ciudad.
Los ojos heterocromáticos brillaron al ver a ese comisario de cabellera plateada, y el rubio solo podía soltar carcajadas al ver a su hermano babear por ese hombre con cara de niño asustado. Insultando de gratis llegaron hasta dar con la máxima autoridad.

Sin miedo alguno fueron gritando "aparta" al que se le cruzara durante su camino. Especulando entre ellos antes de atravesar aquella puerta con una pequeña ventana. El de creta roja entró primero, Gustabo detrás de este. Estaba sonriendo pero cuando vió a ese hombre fornido no pudo evitar pensar en él. Su cuerpo tembló al verlo pararse, no podía, aún, formular palabra, por suerte Horacio si. Y la mirada que trataba de ser disimulada no ayudaba en mucho, y él estaba medio en las mismas.

Se estaba arrepintiendo de estar allí pero a la vez podía ser la puta mejor idea que tuvieron en años.
Y cuando escuchó su nombre, se tensó, mirando la mano que estaba esperando por ser estrechada. De un impulso fue y tomó aquella mano, le dió un escalofrío al sentir ese mismo tacto, algo calloso pero con delicadeza en todo movimiento.... solo con él.

⎯Gus..Gustabo García, un placer ⎯las palabras salían nerviosas y aún no se soltaban, mirándose fijamente obviando el que un chico de cresta miraba con algo de confusión la escena. El rubio estaba que desbordaba de felicidad, la persona que ama está en frente suyo luego de veinte años.

⎯El placer es mio Gustabo... ⎯Jack no quería soltar esa mano, no quería alejarse de el tacto de Gustabo.

El corazón de el Superintendente latía con fuerza, sentía nervios, después de tantos años, después de veinte años vuelve a verle, después de creer que estaba muerto, vio como su padre le disparó, vio como se desangraba, frente a el estaba el chico que por años pensó que estaba muerto, luego de aquel día su vida solo pudo empeorar, se casó con una mujer que no amaba, pero si la quería y luego se la arrebataron, ahora no se cree que su primer amor este frente a el.
Sus manos picaban, quería hablar con Gustabo a solas, quería saber que sucedió con su vida, como sobrevivió a tantos golpes... ¿como terminaron reencontrandose?

⎯Puedes retirarte Volkov, me encargaré personalmente de esta denuncia. ⎯Su voz luego de tantos años cambio, se volvió más ronca, aparte el cigarro ayudo en ello.

Volkov se fue de la oficina y Horacio solo observaba esa tensión entre Gustabo y el Superintendente.

Estaba estático en esa posición, aún tomando la mano de Jack, no quiere soltarlo, no quiere, se niega a hacerlo... Pero está Horacio al lado y su burbuja se vió interrumpida. Con lentitud y nervios separaron sus manos, extrañando al instante aquel tacto. Gustabo miró primero a Horacio y luego a Conway. Su respiración estaba algo alterada y esto no pasó desapercibido del de cresta.

⎯¿Gustabo? ¿Pasa algo bebé? ⎯ese apodo era común entre ellos, ya dijeron que son hermanos, aunque se note que no de sangre, lo dice como si fuera lo más normal del mundo. El rubio miró a Horacio de nuevo y asintió, el corazón del pobre no podía con todo, quiere hablar con Jack, quiere estar en sus brazos, quiere tenerlo solamente para él, quiere volver a sentir aquellos brazos rodearle. La mano de Horacio pasó por el hombro del chico para calmarlo, y este asintió rápidamente.

⎯S-Si..este,... Ja- ¡Súper Intendente! Necesitamos hablar urgentemente ⎯aquellas palabras eran con doble sentido la verdad, y la voz de Jack retumbar en sus oídos solo le hacía suspirar como cuando era adolescente. Horacio entendió de la forma más obvia para él, hablar sobre la denuncia de mierda.

Jack Conway claramente sabe que Gustabo no tiene hermanos, se nota de inmediato que son hermanos de "palabra", oír como el chico de la cresta lo llama "bebé" lo desconcertó por completo e hizo que se formulara un montón de preguntas.

Conway se puso nervioso al darse cuenta de algo, aún llevaba su anillo de matrimonio que compartía con Julia antes de que esta muriera.

⎯Ah- si, ¿me puedes explicar bien que los trae a esta comisaría? ⎯Jack se calmó y con sumo cuidado se saco el anillo de el dedo y lo metió dentro de un cajón de su escritorio.

Usualmente aquel anillo lo usaba para que gente que quería ligar por ahí no se le acercara, no quería saber nada de relaciones amorosas hasta hoy, hoy que volvió a ver a Gustabo.

⎯Mire, un tontito se puso a amenazarnos por twitter, una cosa sobre que nos metimos con la familia o algo así ⎯comenzó Horacio, el cual se colocó bien en una de las sillas que estaban en frente del escritorio de este hombre de pelo negro. Tenía varias preguntas, pues Gustabo no es así con nadie, esa mirada y gestos no los vió nunca, le tendrá que interrogar después de esto. Le pasó el celular al Súper Intendente para que vea los tantos tweets de palabrería absurda. En el fondo se estaba matando de la risa.

⎯Acabamos de llegar  y ya nos vienen con amenazas de la nada.⎯Gustabo siguió, estaba demasiado nervioso que hablaba algo apurado. Y de la nada no tanto, apenas llegaron y ya provocaron revuelo en varias partes de la ciudad. No les importaba mucho, ellos solo vivían la vida. Él también se sentó con cuidado ya que estaba muy empanado viendo a la persona que tiene en frente, todo su cuerpo picaba, estaba ansioso, quiero lanzarse a sus brazos. Nadie notó lo del anillo.
Horacio asintió, por una parte era verdad pero no les importaba mucho lo que digan en las redes.

⎯No les sucederá nada muñecas, soy el puto Superintendente de esta jodida ciudad. ⎯Y simplemente ya no sabía que más decir.

Solo podía quedarse mirando a Gustabo, sintiendo como su cuerpo completo le pedía a gritos que se acercará y lo abrazara, pero no sabia si Gustabo quería lo mismo, es que la vida de ambos fue así, siempre quisieron lo mismo y nunca estuvieron seguros de ello.

⎯Cualquier jodido problema que tengan pueden venir, estaré para t- ustedes. ⎯Nuevamente se sentó en su silla de cuero e evitó mirar a Gustabo, pero no podía, lo extraño demasiado como para no querer ni mirarle.

⎯Gracias papuh' ⎯Dijo de la nada Horacio guiñandole un ojo al mayor haciendo que hasta Gustabo se sorprendiera de aquel acto. ⎯¿Nos vamos Gustabo?

Vietnam ⎯𝐈𝐧𝐭𝐞𝐧𝐚𝐛𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora