ᴏᴄʜᴏ ᴅᴇ ᴀɢᴏsᴛᴏ- sᴇɢᴜɴᴅᴀ ᴘᴀʀᴛᴇ

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Vance

Mi corazón palpitaba con rapidez. Había decidido poner una canción de las Spice Girls para relajarme y animar mi cuerpo. Se suponía que Lysandra ya debería haber estado aquí. No llevaba mucho tiempo esperando, alrededor de veinte minutos, pero tenía miedo de que la hubiesen pillado y no se pudiese ir conmigo o que hubiera recapacitado y su decisión final hubiera sido que no quería irse conmigo. Que no quería saber nada más de mi. Me aterrorizaba el pensar que algo así podría estar pasando.

«Parecemos dos adolescentes que todavía tienen miedo de sus padres», pensé sin evitarlo.

—Mama, I love you, Mama, I care. Mama, I love you, Mama, my friend —comencé a canturrear mientras repiqueteaba mis dedos contra el volante al son de la música.

Me estiré y miré por el retrovisor. No veía nada. La calle vacía, completamente a oscuras. Pero esperaría toda la noche si hacía falta.

De repente empecé a escuchar un llanto desde fuera. Miré por el retrovisor y vi a Lys con la pesada maleta de una mano mientras con la otra se quitaba las lágrimas que corrían con velocidad por su rostro. Paré la música y me bajé del coche acto seguido.

—¿Qué pasa? —pregunté acercándome a su lado y cogiendo la maleta. Estaba nervioso, sabía a la perfección que algo le había pasando.

Ella me miró con sus ojos brillantes por las lágrimas y se lanzó a mi cuello para abrazarme. Aquello me hizo perder un poco el equilibrio y di un par de pasos hacia atrás, aun así, rodeé su cintura atrayéndola a mi cuerpo con el brazo dejando que llorara. Estuvimos un par de minutos sin movernos. En realidad, no estaba nada incómodo, si ella necesitaba un hombro en el que llorar ahí estaría el mío. Siempre. Cuando dejó de llorar separó su cabeza de mi hombro y me miró. Las venas rojas decoraban el blanco de sus ojos y sus pestañas se unían en pequeños mechones por la humedad de las lágrimas. Aunque parecía que lloraba por algo trágico, veía cierta belleza en ella. Dios, estaba obsesionado con ella.

—¿Estás bien? —susurré.

Tragó saliva y tomó una profunda respiración. Estaba intentando relajarse.

—No —dijo con voz queda—, pero estoy mejor.

Sonreí y la besé con lentitud.

Después ella se sentó en el asiento del copiloto y yo abrí el maletero para dejar su maleta al lado de la mía. Me quedé mirándolo por unos segundos y sonreí como un niño pequeño. Ella había aceptado cuando le propuse escaparnos juntos, aventurarnos en una gran locura que probablemente saldría mal, pero ambos lo necesitábamos. Hacer una locura que nos cambiase de manera radical la vida. Presentía que mi felicidad se avecinaba pronto, a su lado.

Entré en el coche y contemplé su persona momentáneamente. Tenía la cabeza apoyada en el respaldo con los ojos cerrados e intentando tomar grandes respiraciones para controlar las palpitaciones de su corazón. Cuando terminó hablé:

—No estás obligada a contármelo, pero me gustaría saberlo puesto que quiero ayudarte todo lo posible —después de recitar mi pequeño monólogo tomé su mano y besé el dorso. Lysandra me sonrió vagamente.

—Ahora no. Cuando me sienta preparada.

Asentí respetando su decisión.

—¿Nos vamos? —le pregunté.

—Nos vamos.

—Nos vamos

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Verano {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora